Pan y circo escribe Alfredo González
Muchos decían que el Clásico Nacional de América contra Chivas estaba descafeinado, que ya no importaba, que ya no había pasión, que la rivalidad se estaba muriendo, que ya no hay grandes en el futbol mexicano. Estuve en la cancha del azteca el sábado pasado y temo decirles que se han equivocado.
Y es que no hace falta que le vayas al América o Chivas para ver un clásico nacional. “yo le voy a Santos Laguna”, rezaba un señor que estaba emocionado por vivir su primer Clásico Nacional en el estadio azteca. Yo soy de la franja y se enchina la piel con solo ver rugir al Coloso de Santa Úrsula de esa forma. Hace mucho que no veía un estadio lleno para un clásico nacional.
Nos encontramos a personas que viajaron desde Mérida, Yucatán para ver a Henry Martín. El goleador de las Águilas respondió a la confianza de sus paisanos anotando de penal y para que no quedara duda que el Clásico Nacional es el más importante, le hizo un homenaje a Cuauhtémoc blanco en el festejo. ¿Todavía me vienen a decir que el clásico está descafeinado?
Alejandro Zendejas le puso mayor sabor marcándole a su ex equipo y se los gritó en la cara. América ganaba 2-0 y Guadalajara no veía por dónde. Era competitivo, pero hasta ahí. Chivas se abrazó a la genialidad de Alexis Vega, pero Emilio Lara, un chamaco con alma de veterano entendió qué es un Clásico Nacional. Lara grita, se emociona, calienta al rival, no da una pelota por perdida. Qué jugador, por favor.
En el Clásico Nacional hay pasión, hay entrega, hay goles. El Clasico Nacional no ha muerto, está más vivo que nunca, al menos para las aficiones. Y es que captaron al dueño del Guadalajara Amaury Vergara festejando la victoria de Saúl ‘Canelo’ Álvarez sobre Golovkin en las Vegas. Cada quién hace de su vida un papalote; sin embargo, hay momentos y formas.
Por Alfredo González