A los jugadores del Club Puebla:

A los jugadores del Club Puebla:
Miguel Caballero
Atando Cabitos

Atando Cabitos escribe Miguel Caballero 

Comienzo esta carta la noche de hoy 13 de abril, casi un día después del emocionante triunfo que consiguieron ante Pachuca y, como cada noche de martes, en la hora límite para entregar el texto a los medios donde ha de publicarse el día de mañana (es decir, hoy miércoles).

Puede ser que les llame la atención este atrevimiento. Incluso, tal vez a alguno le recuerde lo hecho por el escritor argentino Eduardo Sacheri (sí, el mismo de los cuentos de fútbol) en la revista El Gráfico (2011), en su columna titulada “Estimados jugadores”. Lo admito, sí. Pero no miento al decir que, también, esto surge a raíz del consejo de Cristina, mi abuela, quien acostumbraba decirme: “Las cartas sirven para confesar lo que no puedes decir a la cara”. Y a las abuelas, aunque ya no estén con nosotros, no se les desobedece nunca. Y aquí vamos.

Antes de todo, me gustaría felicitarles —y agradecerles, claro— por lo hecho, no solamente anoche, que fue emocionantísimo, sino a lo largo de este torneo. Es cierto, después del primer gol(azo), me invadieron un poco los nervios; me parecía que el rival iba de menos a más, que ustedes no reaccionaban y que sería cuestión de minutos para el empate; y cuando este llegó, ¡ay! La verdad es que temí lo peor. Sin embargo, nuestro segundo gol(azo) —perdonen lo de ‘nuestro’, pero ya en confianza, lo de sentir que soy uno de ustedes y que lo suyo es mío es algo que me sucede muy a menudo— fue un absoluto tranquilizante. Y luego el tercer gol(azo), con el partido roto, precioso, el rival encima, de media cancha, ¡y cómo lo celebraron, por favor! ¡Qué éxtasis!

Y es que precisamente eso, lo de encontrar soluciones, goles y triunfos, aún en los peores momentos, ustedes y su señor entrenador, don Nicolás Larcamón, lo han convertido en su mayor virtud. Tal vez algunos de ustedes lo sepan, pero para los que apenas se van enterando de qué se trata vestir la camiseta de la Franja, fueron muchos años los que la mala suerte era nuestra especialidad. En verdad. Es más, les confieso que cuando veo esos ‘colores’ donde conocemos un poco de lo que se vive en el vestidor antes, durante y al final de los partidos, y alguno de ustedes, muy convencido, asegura que “ya se acabó eso del Pueblita” y que son “el Pueblota”, vuelvo a ser un niño y me dan ganas de abrazarlos (no lo haré, por supuesto; pueden estar tranquilos).

Como decía el escritor chileno Roberto Bolaño —bajo la voz del poeta Juan García Madero— en su obra maestra Los Detectives Salvajes: “Hoy me di cuenta… Lo que escribo hoy en realidad lo escribo mañana, que para mí será hoy y ayer, y también, de alguna manera: un día invisible. Pero sin exagerar”. Ojalá que pronto llegue ese, nuestro día invisible, que sea ayer, hoy y mañana, y todos los días juntos, donde yo escribiendo y —espero— ustedes leyendo, sigamos recordando noches como la de anoche, las que ya fueron y, por qué no, las que faltan. Pero, claro, sin exagerar.

 

Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.