Columna invitada que escribe el Doctor Alfredo Torres
A más de dos años del inicio de la pandemia y de que la entidad poblana se tuvo que preparar para combatir los casos de COVID-19, es importante hacer un resumen de los aciertos y de los errores que se cometieron, tanto de la ciudadanía, como del gobierno y las autoridades de salud pública, para que en el caso de que se presente otra ola de casos COVID-19 se pueda adaptar rápidamente lo que ya se tiene o ya se ha aprendido y ser más efectivos en salvar vidas.
En el ecosistema político poblano es importante resaltar el cambio de actitud del gobernador poblano y su equipo, pues al inicio el dirigente estatal minimizó la pandemia y hasta se atrevió a “recetar” un caldo de pollo para las personas con COVID-19, que tuviera cebolla picada y chile picoso. Al pasar del tiempo y al ver que el virus avanzaba y las variantes más transmisibles y virulentas aparecían, se notó el cambio de discurso y empezó a incluir en su conferencia diaria el reporte del secretario de Salud.
Desafortunadamente, en la entidad poblana hasta el reporte de enero del 2022 del gobierno de Puebla, se llevaban contabilizados 133 mil 481 casos positivos y desafortunadamente 16 mil 492 poblanos perdieron la vida por culpa de este virus.
En lo que respecta a la Secretaría de Salud, las medidas de contención y respuesta a la pandemia tomaron algún tiempo y no fue hasta julio del 2021 que se reconvirtieron al 100 por ciento cuatro hospitales y dos Centros de Salud con Servicios Ampliados (CESSA) en la ciudad de Puebla, mientras que otros hospitales o CESSA en el interior del estado se reconvirtieron en centros COVID-19 del 50 al 100%, en algunos casos. Pero es verdad que desde la llegada del secretario de Salud, José Antonio Martínez García, en noviembre del 2020, los esfuerzos para combatir la pandemia fueron más organizados y se empezaron a ver mejores resultados, pero es una realidad que de la totalidad de pacientes que ingresaron graves a los hospitales, sólo alrededor del 50% pudieron superar la infección.
Es también un hecho que algunas de las medidas de protección que se aplicaron y que en algunos sitios se siguen manteniendo son obsoletas o absurdas, incluyendo los tapetes sanitizantes, la toma de temperatura, las regaderas con desinfectante, la variabilidad en el uso de cubrebocas y falta de recomendaciones actualizada con respecto a cuales son las mascarillas más adecuadas; cuándo y en dónde se deben seguir usando y el seguir promoviendo la vacunación entre jóvenes y adultos mayores, puesto que la vacunación en los menores de 15 años no parece ser una prioridad en México.
Otro problema real que tuvo que enfrentar el secretario de Salud y el gobierno del estado, fue el aparente bloqueo que existía desde la Federación para la llegada de vacunas, lo que se pudo confirmar cuando en agosto del 2021, Puebla era el último lugar a nivel nacional en vacunación contra COVID-19.
El mismo gobernador hizo un llamado al gobierno federal para que se enviaran las vacunas necesarias para enfrentar la tercera ola de COVID-19, desafortunadamente tomó mucho tiempo a BIRMEX, la dependencia federal encargada de distribuir las vacunas a los estados, para responder a este llamado y distribuir las vacunas.
Otro tema que se debe discutir es el hecho de que a Puebla se le enviaron vacunas que no tenían la mayor eficacia en proteger la infección, y ya después empezaron a llegar a cuentagotas otras vacunas, las cuales conferían mayor protección después de ponerse el segundo o tercer refuerzo.
Finalmente, se debe revisar los errores que se cometieron en los sitios de vacunación, pues al inicio de la vacunación de adultos mayores el ambiente en esos sitios de vacunación fue caótico.
Además, un tema aparte son los poblanos que, aunque en la mayoría de los casos siguieron las recomendaciones sanitarias y de prevención, así como asistieron a los centros de vacunación a inmunizarse, existieron otros que no respetaron las medidas de aislamiento o protección.
El caso más sonado fue en julio del 2021, donde más de 500 estudiantes poblanos fueron a un viaje de “fin de cursos” a las playas de Cancún y se contagiaron de la variante delta del SARS-CoV-2. Aunque las autoridades estatales y de salud actuaron rápidamente para controlar la propagación del virus, sólo muy pocos de esos estudiantes asistieron a hacerse la prueba de antígenos contra el virus. Otras festividades que pudieron ser focos de contagio y propagación del virus fueron los torneos de futbol en algunos barrios de la ciudad, así como las festividades religiosas que se llevaron a cabo en algunos poblados, aun durante la etapa de aislamiento y cuarentena que se impuso en el estado. Quizás ahora la parte más preocupante al final de la última ola de casos COVID-19 es la baja participación de los jóvenes en la campaña de vacunación, ya sea por desidia, falta de tiempo para irse a vacunar o simplemente egoísmo. Es una realidad que, aunque las vacunas han demostrado su efectividad, lo que ha resultado en la disminución de casos y muertes, también es verdad que entre más personas no estén vacunadas mayor probabilidad de que surja una nueva variante del virus y que los poblanos enfermen gravemente.
Este es un llamado a las autoridades estatales y de salud para que formen un comité donde se evalúen los aspectos positivos y negativos de la pandemia y se pueda generar una carpeta de respuesta a pandemias a nivel estatal, para que así los futuros encargados de la Salud puedan prepararse más rápidamente.
@DrAlfredoTorre1