Cartas desde Berlín escribe Diana Gómez
Los negacionistas alemanes de Covid-19 escalaron a un nuevo nivel. En los últimos días han intentado un “golpe de Estado” y el secuestro del ministro de Sanidad, Karl Lauterbach, mejor conocido por sus políticas restrictivas contra el coronavirus. Esto replantea la manera en que se ve a este grupo que poco a poco gana espacios en Europa.
El plan de “Patriotas Unidos”, o también autonombrados como “Ciudadanos del Reich”, incluía tres acciones muy concretas. La primera consistía en un apagón de varios días, que sería provocado por la destrucción de los centros de transformación y de las líneas eléctricas. La segunda sería el secuestro de Lauterbach. De acuerdo al plan, esto tendría condiciones similares a las de la guerra civil y conduciría a un golpe de Estado.
En la tercera acción se nombraría a un nuevo personal directivo para que se hiciera cargo de los asuntos del Estado del gobierno federal. Y es que el grupo de negacionistas no responde únicamente en contra de las restricciones del coronavirus o en contra de las vacunas, sino que su argumento clave es luchar contra el orden democrático básico.
Los sospechosos son ya conocidos por las autoridades. El perfil: ciudadanos alemanes entre 41 y 55 años de edad, la mayoría residentes de Renania – Platinado y Brandenburgo. Antisemitas, revisionistas de la Historia Alemana, negacionistas del Holocausto y extremistas de derecha, una generación que vio de cerca la caída del muro y las desigualdades que no pudieron desvanecerse ni con la Unión Europea.
De acuerdo a la Oficina Regional de Policía Criminal de Renania Palatinado, se ha logrado detener a cuatro personas, aunque 70 miembros de este grupo eran los que intentaban el secuestro. Están ahora acusados por la incautación de armas y municiones, así como de efectivo de casi 9 mil euros y lingotes de oro.
Por su parte, el ministro de Sanidad, Karl Lauterbach, ha respondido que continuará con las medidas que le convengan a Alemania. Y puntualizó que estos actos son sólo un ejemplo muestra de lo dividida que se encuentra la sociedad alemana en estos tiempos. “Superar esta división y recuperar la confianza sigue siendo el objetivo de mi política”, sostuvo.
Esto ocurre en un contexto de cambios y sorpresas dentro de las reglas de la pandemia. Y es que desde hace una semana, Alemania anunció que el uso de cubrebocas en lugares cerrados -con excepción del transporte público- y en supermercados no es más una regla.
La noticia ha sido controversial, pues aunque los decesos han disminuido notablemente y ya se habla de una endemia, el virus sigue atacando no sólo a los grupos más críticos (ancianos, discapacitados y personas con enfermedades crónicas), sino también a jóvenes y niños.
Así que se cuestiona mucho sobre la insistencia de las autoridades de querer que todo vuelva a la normalidad, cuando la realidad es que nada volverá a ser igual, y que el uso del cubrebocas en ciertas zonas reforzaría y continuaría con la idea de una sociedad que trabaja de manera conjunta contra la enfermedad.
Este escenario, casi imposible de pensar, ya se ve en varios lugares de Europa. Particularmente en Polonia, donde absolutamente nadie usa el cubrebocas, ni siquiera en el transporte público. Estas decisiones también responden a un momento crítico económico por la guerra de Ucrania y varios gobiernos han decidido relajar las medidas.
Sin embargo, algunos grupos resisten y continúan con el uso de mascarillas. Se habla de lo mucho que estas medidas le quitarían la veracidad al nuevo gobierno, aunque del otro lado un gran grupo de ciudadanos lo agradecen.
@dianaegomez