Columna del Dr. Melitón Lozano Pérez
El 12 de diciembre del 2013, hace ya cerca de una década, aconteció en el Congreso de México; Cámara de Diputados y, posteriormente en la Cámara de Senadores una vergüenza nacional; la
privatización de facto del petróleo, un recurso estratégico para nuestra nación, el cual bajo un ropaje de dudoso nombre cuyo mote fue reforma energética, lo que en realidad perseguía era abrir a la inversión privada extranjera un recurso que hoy más que nunca es vital y vigente.
El tiempo pasó y la historia supo juzgar de manera lapidaria los verdaderos intereses y cómplices de dicha reforma.
Así, Con la llegada a la presidencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018 y luego de encabezar un gran movimiento popular que logró revertir esta reforma conservadora, rapaz y neoliberal, comenzó el largo camino para que las palabras de nuestro presidente vertidas en su obra de 2008 “La gran tentación; el Petróleo de México” empezaran a materializarse:
“Más temprano que tarde- escribió el presidente- va a triunfar nuestro movimiento y vamos a enfrentar los problemas fundamentales de México: la desigualdad y la corrupción, y sacaremos adelante al país con sus dos principales recursos: su pueblo generoso y trabajador, y el petróleo que es nuestro, de todos y de la nación”
Con una férrea convicción y pese a enfrentar una Pandemia histórica y única en su tipo, el día de hoy viernes 1 de julio del 2022 al lado de la Sonda de Campeche, donde se produce 80 por ciento de crudo en México, fue inaugurada la Primera etapa de la refinería Olmeca -Dos Bocas, la cual
para su construcción requirió una cantidad de acero equivalente a 16 veces la Torre Eiffel en París, Francia o el concreto equivalente a levantar 41 veces el estadio Azteca.
Ciertamente una obra monumental e histórica para nuestro país ya que habían transcurrido 40 años sin construirse una refinería en México. Refinería que además de ser símbolo de este pueblo generoso y trabajador que es el mexicano, también tiene un propósito de amplia mirada panorámica que apunta a la próxima generación y al futuro de nuestra nación mexicana: lograr la autosuficiencia energética.
Y es que como bien lo apunta el presidente. México estaba ante una paradoja triste, la cual consistía en que, siendo un pueblo rico en petróleo, vendíamos petróleo crudo y comprábamos gasolinas, o dicho con una analogía, era algo similar a que un productor de naranjas las vendiera al exterior y las comprase convertidas en jugo, pero embotellado y a mayor precio.
El objetivo, por lo tanto, es claro, dejar de comprar en el extranjero gasolina y diésel y producir estos combustibles en el mercado interno. ¿Por qué? Porque la cuestión energética no es un asunto de lógica meramente empresarial o de mercado, sino sobre todo de seguridad energética.
Se puede argüir que el petróleo es un recurso no renovable y que el futuro es de las energías verdes
y es cierto, pero justamente lo que el presidente ha repetido una y otra vez es que somos conscientes de esto, por ello se han hecho compromisos contundentes por ampliar la matriz energética de México, dentro de la cual el petróleo sea esencial, pero no la única fuente de energía.
Así lo dio a conocer en junio del presente año el presidente Andrés Manuel en su participación en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, donde esbozó a través de un decálogo el compromiso de México en su lucha contra el cambio climático, siendo algunas de sus acciones más relevantes las siguientes:
1. Alcanzar en 2030 el objetivo de producir el 50% de vehículos de cero emisiones contaminantes
2. Alcanzar la autosuficiencia en la producción de combustibles, gasolinas, diésel y turbosina. Por ello desde 2019 se inició la modernización de seis refinerías, se adquirió una más en Texas y se inaugura una nueva en Tabasco.
3. La implementación del programa de reforestación más importante del mundo, que implica la siembra de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables, a lo cual se dedican 420 mil campesinos que reciben un apoyo salarial permanente para cultivar sus tierras. Este programa significa una inversión anual de 1,500 millones que absorbe casi cuatro millones de toneladas de dióxido de carbono.
4. El compromiso de producir en el 2024 cuando menos el 35% de toda la energía que se consume en el país a través de fuentes limpias y renovables.
Por eso, Dos Bocas, junto con el desarrollo e impulso del Sur del país, no es un proyecto aislado sino bien pensado y también de reivindicación justa para una zona históricamente abandonada el país: el Sur de México.
Porque como menciona el mismo presidente de la república y también nuestro gobernador; “ el noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones. Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear. Ser auténticos y hablar con la verdad”.
Hoy que estamos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, las personas auténticas, los liderazgos consistentes como el de nuestro presidente y gobernador son los que siguen adelante, con principios firmes, pero también con la capacidad de ser flexibles en las formas.
Dos Bocas, es muestra de esto. Tomar partido, ser congruente y consecuente con un diagnóstico de la realidad, porque como bien lo apuntan los procesos históricos:
“La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta de manera reiterada una y otra vez lo imposible”.
@MelitonLozano