Carlos Miguel Ramos Linares por Ecosistema Digital
El pasado 4 de octubre fue un lunes negro para Mark Zuckerberg, pues la caída de las redes sociodigitales de Facebook, Messenger, Instagram, WhatsApp y Oculus“afectó” a más de 3.500 millones de usuarios en todo el mundo.
La ausencia de conectividad a las plataformas representó la peor caída de la red desde 2008, cuando Facebook estuvo fuera de línea por casi un día entero debido a un error. En esta ocasión, apenas fueron casi seis horas, sin embargo; no representó ni siquiera en términos económicos el caos vivido el lunes.
Y es que no existen las transformaciones tecnológicas sin los cambios profundos en la mentalidad social, tal parece que el incremento en uso de las tecnologías de la información y comunicación estableció un estado que no solo técnicamente es realizable, incluso es deseable.
Algunas voces desde un sentido maximalista digital impulsan la conectividad frecuente, ya sea desde el punto de vista comunicativo intrapersonal, social, afectivo y hasta neurológico. Con la desconexión de las redes sociodigitalesmás populares se evidenció el consumo nocivo hipermediático y la ausencia de habilidades alfabetizadoras digitales que impulsan hábitos de desconexión para cultivar la comunicación interactiva cara a cara.
Desde el punto de vista comunicativo, internet encontró su principal escenario en los dispositivos móviles, los smartphones; principalmente. Como lo señala Castells, el celular se ha constituido tanto como una plataforma de consumo cultural, así como una tecnología relacional. Es decir, por un lado; sirve como un instrumento de producción que permite editar, producir, almacenar, intercambiar y transmitir datos entre diferentes dispositivos de información a través de protocolos comunes que mediatiza un proceso de convergencia digital con los formatos y modelos del ecosistema hipermediático. Por el otro, es un instrumento cultural que, por su capacidad conectiva de personalización y omnipresencia, vincula la vida cotidiana con los rasgos identitarios culturales de las interacciones sociales.
La ansiedad experimentada en varios usuarios tras la desconexión de horas en Facebook, Messenger, Instagram, WhatsApp y Oculus representa no sólo obviedades de las consecuencias cognitivas de la hiperconexión de los usuarios, también en las dinámicas sociales dependientes de la interactividad derivada de la vida contemporánea tecnológica que radica en los círculos sociales donde la intimidad se convierte en extimidad de la exposición permanente intrapersonal e interpersonal.
Coincidamos en desconectarnos más frecuentemente, no sólo un lunes negro por obligación.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares