Volvimos

Volvimos
Alfredo González
Pan y circo

Pan y circo escribe Alfredo González 

Ya eran varios años que Carre me insistía que viajara a Puebla para jugar con Fratello, aquel equipo que armamos un grupo de amigos y que bien podía jugar futbol 7 o en campo 11 contra 11. La convocatoria de esta fin de semana la mantuve en secreto hasta el viernes en la mañana. «Qué crees amor», dije con cierto temor. «Carre me invitó a jugar mañana. Quiero ir». La cara de mi mujer fue entre gestos de complicidad y temor por mis lesiones. «Está bien, solo ten cuidado, por favor». Ya estaba la autorización de la reina de la casa.

Estoy cierto que Carre siempre me ha invitado a jugar para saludarnos después de varios meses de no vernos o para completar el arbitraje. Y es que este servidor desde hace algunos años se mueve menos que un perezoso. Así que tengo mis dudas que la cortesía haya tenido otra intención. Tengo tres operaciones en la misma rodilla y no jugaba un partido desde hace cinco años, entonces sabemos que no era un llamado por ser un virtuoso jugando a la pelota.

«Estoy listo para tres minutos», sugerí mientras Kbitos reclamaba por haber sido ignorado en el grupo de Whatsapp. «Nos hace falta un portero», dijo Jorge, mientras intentaba no sentirse un tamal mal amarrado por las nuevas playeras del equipo. «Vas a la portería, Alfredito. ¿Querías jugar, no? No es broma, ponte de portero», insistió Jorge.

Debo reconocer que si no jugaba desde hace cinco años, menos lo iba a hacer de arquero. Lo intenté alguna vez en mis años mozos pero tampoco puedo presumir que haya sido una revelación. Y así sucedió. En la primera jugada, «mándala hasta arriba», sugirió Kbitos con el ceño fruncido porque Aldo, en la banca estaba chateando y riéndose con celular en mano. Yo no hice caso, regalé la pelota y cayó el primero.
«Fue tu culpa, toda tuya, cabrón», dijo Jorge visiblemente enojado por mi error.

Vinieron dos goles más -ya no tanto errores míos-. Kbitos descontó de penal con un saltito al cobrar que no te firma ni Alan Pulido. Jorge marcó desde lejos el 3-2. Ya con los tres goles en contra, me volví una muralla. Falto de técnica para atajar o retener con las manos, pero sintiéndome el mismísimo Jorge Campos o hasta Pablo Larios.

«Te rifaste muy cabrón» «Paraste muy bien» «La cagaste en el primero, pero lavaste tu error y lo hiciste bien», fueron las felicitaciones al final de la partida. Yo iba literal por dos minutos y terminé jugando todo el partido. Volví a las canchas un 7 de mayo de 2022 con la satisfacción que Paulo Guevara dejó la rodilla al cien pero hasta aquí llego amigos, hoy me duele todo, estoy embarado y cierro este texto antes que los dedos se engarroten también. Volvimos y con eso nos quedamos.

 

Por Alfredo González

@AlfredoGL15