Morir por desdén

Morir por desdén
 Fabián Robles
La Fuente

Fabián Robles Medrano escribe El Faro 

Vilipendiados e incomprendidos por un amplio sector social -merced a actos relacionados con la corrupción y los abusos- los policías, sobre todo los municipales, deben cumplir con su difícil tarea de brindarnos seguridad invariablemente en condiciones precarias, resultado del abandono institucional.

La muerte de Margarito N., policía tercero de Apizaco, ultimado la madrugada del miércoles por delincuentes al acudir a un reporte de asalto en una farmacia, debe mover la conciencia de las autoridades todas para evitar más bajas por la falta de equipamiento y armas.

Margarito cumplía su deber a diario –al igual que muchos de sus compañeros- sin estar provisto de lo estrictamente necesario: chaleco antibalas y su arma de cargo.

Quién sabe cuánto tiempo trabajó así, en esas condiciones y arriesgando su vida por un salario ínfimo.

Como Margarito, sus pares de otras corporaciones municipales también han perdido la vida o han resultado heridos en similares condiciones, al acudir al llamado de auxilio de la sociedad.

Un recuento hemerográfico propio permite recordar que al menos otros tres uniformados –un par de Zacatelco y otro de Tetla- murieron así, sin más nada que el uniforme, su valor y su deber para enfrentar a los delincuentes.

En ese contexto, además de quienes los ultimaron, son corresponsables los presidentes municipales y los directores de las corporaciones por no preocuparse ni ocuparse de dotarlos de sus herramientas de trabajo. Nunca mejor dicho: los mandan a la guerra sin fusil…y así no se puede.

Los pretextos son muchos y por demás pueriles, inaceptables e incomprensibles, amén de preocupantes.

Lo que declaró a los medios Jorge Eduardo Villarreal Badillo –quien prefirió renunciar a la titularidad de la Dirección de Seguridad Pública de Apizaco en vez de aceptar su responsabilidad por la muerte de uno de los suyos- es una evidencia clara del desdén a la labor oficial.

Para salvarse de la hoguera popular, el capitán retirado de la Policía Federal pretextó que los chalecos antibalas se desgastan, pero la indicación a sus subordinados es que así los utilizaran, “pero no lo quisieron hacer”.

Es entendible el desgaste de esas prendas, pero lo que resulta inaceptable es que así se tengan que utilizar, con el riesgo que eso conlleva. En el caso de Margarito, de nada hubiera servido que portara un chaleco viejo, porque además iba desarmado.

Fresca en la memoria de este reportero también está la declaración de principios de octubre de 2018 cuando el edil panista –hoy con licencia, pues sueña con ser diputado federal- Julio César Hernández Mejía presentó a Villareal Badillo como titular de la corporación en Apizaco.

Aquél entonces el presidente municipal presumió que los policías ganaban “arriba de 9 mil pesos mensuales y son los mejores pagados”.

Sólo huelga decir que un burócrata del Sindicato 7 de Mayo, con el nivel escalafonario más alto percibe mensualmente mucho más que eso, con un horario comodísimo y con cualquier cantidad de canonjías…sin arriesgar la vida.

Hace algunos meses, a mi paso por el área de noticias de FM Centro, una de mis compañeras hizo un reportaje sobre las condiciones laborales de los policías municipales.

Mediante entrevistas directas a 20 alcaldes y/o directores de seguridad –lo que representa un tercio de los municipios del estado-, pudimos conocer que en 16 casos los uniformados carecían de seguro de vida, condición fundamental e imprescindible por el alto riesgo que conlleva su labor.

Y de los salarios, en todos esos casos, estaban por debajo de los 10 mil pesos mensuales. Con eso se explica todo.

Frente a esa realidad el común denominador de las autoridades fue la falta de recursos. Algo inaceptable, sobre todo si otra vez recurrimos a los privilegios que tienen los sindicalizados en algunos ayuntamientos. Dinero hay, pero mal orientado y, en muchos casos, despilfarrado en cosas o acciones innecesarias.

Sólo por poner un ejemplo, hay algunas autoridades municipales que por obra y gracia de lo establecido en los contratos colectivos, se ven obligadas a pagar a los burócratas las peregrinaciones de cada 12 de diciembre a la Basílica de Guadalupe, o hasta para financiar material para la construcción de pies de casa.

Por eso coincido con la visión que sobre el tema tiene la organización civil Causa en Común: “en México, las policías adolecen de múltiples insuficiencias y deficiencias resultado de un abandono institucional crónico, generalmente caracterizado por presupuestos insuficientes y mal ejercidos.

“A lo anterior, se suma un amplio desprecio social a las corporaciones de policía. Además de estar desprotegidos, mal pagados y equipados, abandonados por el Estado y sus comunidades, con jornadas extenuantes y capacitaciones exprés, los policías enfrentan día con día un altísimo riesgo de ser asesinados. En nuestro país matan en promedio a más de un policía cada día. Ante este escenario, es cada vez más difícil propiciar e imaginar motivaciones para ser policía en México”. Hasta aquí, la cita textual de un documento de esa organización.

 

@FaroTlax