En el pecado la penitencia

En el pecado la penitencia
 Fabián Robles
La Fuente

La Fuente escribe Fabián Robles Medrano 

En el arranque de las campañas en pos de la gubernatura de Tlaxcala, de poco o nada sirvió el llamado de la Organización Panamericana de la Salud –no de cualquier complaciente autoridad local- para no realizar actos masivos y privilegiar los protocolos sanitarios, e incluso de postergar los comicios para evitar más contagios.

Ni a candidat@s ni partidos y muchos menos militantes, seguidores, simpatizantes o como se les quiera llamar –eso sí, no a todos, porque hay candidatas maduras y responsables-  les importó el tema del coronavirus.

Apenas a mediados de semana el director del Departamento de Emergencias de Salud por la Organización Panamericana de la Salud, Ciro Ugarte alertó que el proceso electoral en México y otros países de Latinoamérica será un factor importante para que en las próximas semanas se dé el incremento de contagios de Covid-19.

En una conferencia de presa, el doctor manifestó que los protocolos sanitarios deben contemplar el periodo de campañas y reiteró que los órganos electorales deben seguir las recomendaciones de las instituciones de salud y, en su caso, eventualmente analizar la posibilidad de posponer los comicios.

Pero ni ese llamado, ni las miles de personas muertas y enfermas que ha dejado ese maldito bicho en Tlaxcala, en el país y el mundo, han sido suficientes para detener los ímpetus y para frenar las pasiones políticas hoy desbordadas.

Con sus actos de irresponsabilidad demostraron que no se conduelen por nada ni por nadie. La inmunidad que sienten y el afán de quedar bien con “su” candidat@ puede más que cualquier mal, por mortífero que sea. La sed de poder es más grande.

La concentración masiva del domingo a la medianoche para el inicio de campaña de Anabel Ávalos, de la coalición Unidos por Tlaxcala habla por sí misma: centenas de personas se congregaron en la Plaza de la Constitución en torno de la candidata al gobierno del estado. La sana distancia y otras medidas sanitarias fueron relegadas, así sin más.

Casi al mismo tiempo, el único varón que participa en la contienda, hizo lo propio: también en la capital tlaxcalteca, Juan Carlos Sánchez inició sus actividades proselitistas arropado por decenas de personas.

Hace unos días, entrevistado por el colega Edgardo Cabrera, el frustrado expanista, ávido de reflectores, vociferó que llegaría a interrumpir cualquier acto masivo que hicieran sus adversarios políticos, pues no iba a tolerar que se pusiera en riesgo la salud de la gente.

Pero bien dicen que cae más pronto un hablador que un cojo. O lo que es peor: escupió al cielo…

Cierto, también queda en entredicho la calidad moral –si es que la tiene- del autodenominado Consejo Estatal de Salud y todos quienes lo integran. A propósito de Semana Santa dispuso de nuevas medidas restrictivas para evitar la concentración masiva de personas, so pretexto de la pandemia desatada por la Covid-19.

La medida, en sí misma, fue asertiva, sólo que no midió con el mismo rasero: permitió sendos actos masivos de la coalición Unidos por Tlaxcala –sí el 21 de marzo, fecha que duele tanto por el caudal de críticas recibidas- y también de Juan Carlos Sánchez.

Ni siquiera porque en el evento del 21 de marzo estuvo en riesgo la salud del “primer priista” Marco Antonio Mena y unos 8 mil asistentes, las autoridades sanitarias se atrevieron a cancelar el evento, como lo habían hecho en otros casos con concentraciones mucho menores.

Y que conste: no se trata de filias ni fobias, ni de defender o atacar a nadie nomás porque sí. Se trata de actos incongruentes de la máxima autoridad en materia de salud que ha quedado rebasada y por demás cuestionada.

Con esas muestras de displicencia, el secretario de Salud, René Lima ha quedado convertido en algo más que una caricatura, un remedo de autoridad que a pulso se ha ganado ser el blanco de críticas innumerables.

La contienda apenas inicia, pero queda claro que ni autoridades –incluidas las electorales locales y nacionales- ni dirigentes partidistas, ni candidat@s, ni militantes ni seguidores –por lo menos aquellos que han mostrado su talante irresponsable- acatarán las medidas sanitarias. El Covid-19 les tiene sin cuidado, la vida les va en las campañas.

Lo deseable es que nadie pague con su salud y su vida tremenda irresponsabilidad. Si eso sucediera, lamentarán mucho no haber hecho caso a las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud. 

Allá ellos y su conciencia.