La Fuente escribe Fabián Robles
Transcurridos los comicios locales de 2018, cercana la unción de quienes integrarían la LXIII Legislatura local, el doctor Erick Fernández y este reportero –entonces compañeros en FM Centro- comimos con un fanático de la Cuarta Transformación.
Ufano, el personaje aquél nos confió que “personalmente” (sic) se había encargado de preparar “muy bien” a hombres y mujeres que tendrían una curul gracias a las siglas de Morena y sus aliados.
Nos juró además que ese bloque mayoritario en el Congreso local no iba a desperdiciar ni un solo minuto de su labor, una vez protestado al cargo. La consigna era “tener una legislatura histórica”.
Pretencioso, cuanto más presumido, nos adelantó que bajo su tutela y liderazgo, los diputados y diputadas de la 4T tenían ya bajo el brazo, listas para ser presentadas, al menos 15 iniciativas de reforma a diversos ordenamientos y para crear otros más de avanzada.
Insistió: “no vamos a desperdiciar ni un solo minuto. Marcaremos diferencia. Ustedes ya verán los cambios, porque nosotros somos diferentes y sí trabajaremos”.
La LXIII Legislatura local agoniza, pocas semanas le queda de vida y de aquél cambio prometido…nada de eso ocurrió. Pasaron tres años y todo cambió para mal.
La anécdota viene a colación porque este lunes 14 de junio, el área de comunicación social del Congreso local difundió un video y emitió un boletín de prensa en el que presumió con grandilocuencia los “logros” de la presente legislatura.
En una suerte de victimización, al inicio del video se escucha una voz en off que se queja porque a los 25 integrantes del Congreso local se les ha dicho que son “la peor legislatura. Nos descalificado y hasta nos han insultado, pero les tenemos una mala noticia a todos ellos: a poco más de dos meses para que concluya el periodo para el que fuimos electos, los números nos respaldan como la legislatura con mayor productividad en la historia del estado”.
Si nos vamos a los números y los comparamos con los de otras legislaturas, quizás los panegíricos del Congreso local tengan razón.
Y si pongo en tela de juicio sus resultados es porque simple y sencillamente no hicieron nada extraordinario. No fue nada del otro mundo porque para eso se alquilaron y tampoco se trata de escamotearles nada, sino de ser justos a la luz de lo que realmente hicieron o dejaron de hacer.
Si desmenuzamos sus “logros”, encontraremos que presumen de haber aprobado “12 autorizaciones de predios para construir inmuebles en materia educativa, salud, impartición de justicia y seguridad que garantizan un mejor servicio a los tlaxcaltecas en esas materias”.
¿Eso tiene algo de extraordinario? No, porque en ese caso el Congreso fungió como oficina de mero trámite, es decir de un proceso sencillo sin más esfuerzo que el de levantar la mano en señal de aprobación.
También presumen la aprobación de 16 minutas de reformas a la Constitución Federal. Otro asunto de trámite.
Además presumen la aprobación de leyes de ingresos municipales. Tampoco eso tiene nada de extraordinario porque es una de sus obligaciones, según lo establecido en la Constitución Política local.
Entonces, ¿presumir qué?
En todo caso, se limitaron a cumplir con lo que prevé la Constitución y ya. ¿Eso tiene mérito alguno? Claro que no, es parte de sus obligaciones y responsabilidades. Que por eso cobran, y muy bien.
Aún más, se vanaglorian de hacer nombramientos de funcionarios, pero omiten varios casos en los que no fueron capaces de lograrlo, merced a sus intereses mezquinos o personalísimos. Peor aún, porque ni siquiera llegaban a las sesiones. Y si no, que lo diga Miguel Ángel Covarrubias, el más faltista de todos.
Otro “logro” es la aprobación de cuentas públicas. Una vez más olvidan que esa es una obligación establecida en la Constitución Política local. ¿Acaso merecen que se les premie por cumplir el juramento que hicieron cuando protestaron al cargo?
Y si quieren más, huelga decir que la LXIII Legislatura local pasará a la historia como aquella a la que el Ejecutivo le vetó más iniciativas: entre las que se encuentras las leyes de Protección Civil, de Ecología, de Austeridad, de Transporte, así como el presupuesto de egresos de 2019 y una serie de reformas al Código Financiero.
¿Eso no cuenta en su balance?
Si le rascamos un poco más, encontraremos que no pudieron sacar adelante una Ley de Movilidad que sustituyese a la caduca y vetusta normatividad de Transporte. El diputado Miguel Piedras simplemente no pudo con el paquete, pese a tantas promesas y a un remedo de foros que terminó en medio de severos cuestionamientos por parte de representantes del sector.
Del llamado “fondo moches”, los 25 integrantes de la legislatura no sólo se sirvieron con la cuchara grande e hicieron caravana con sombrero ajeno para apuntalar sus aspiraciones reeleccionistas o para brincar a otro cargo de elección, sino que hicieron mal las cosas.
En 2020, víctimas de su voracidad, lo mismo les dio por incluir en el fondo respectivo obras fantasma –el edil de Huamantla, Jorge Sánchez, los evidenció con pruebas en la mano- que proyectos donde no se necesitaban –como en el caso de la capital donde programaron una acción en una calle recién remodelada- o trabajos en lugares en los que ni siquiera las autoridades ni los beneficiarios sabían que los habían incluido.
En ese mismo fondo asignaron recursos para obras en donde las autoridades municipales no tenían la documentación respectiva para acreditar la propiedad de los predios, como fue el caso de unos campos de futbol en San Pablo del Monte.
Para el presupuesto de este 2021, los diputados y las diputados eliminaron partidas millonarias para seguridad y para programas en beneficio de la mujer, y eso que en la presente legislatura son mayoría ellas. Las modificaciones fueron para fortalecer el llamado “fondo moches”. Venían tiempos electorales.
No sólo eso, se les pasaron los tiempos para concretar una reforma electoral “de gran calado”. De nada sirvió que en sus manos tuvieron propuestas que les hicieron llegar con meses de antelación y al final sólo aprobaron cambios cosméticos.
Ya para rematar, huelga decir que varios de los diputados que pidieron licencia –fueron más de la mitad- para ir en pos de una nueva aventura electoral en los comicios de este año, impidieron que sus respectivos suplentes asumieran el cargo.
Uno de esos casos fue el de Michaelle Brito. O el de Rogelio Ramos, quien el pasado viernes rindió protesta como suplente del perdedor Víctor Castro, pero el gusto nomás le duró unos minutos, pues el propietario ese mismo día reasumió sus funciones, tras ser derrotado en los comicios por la presidencia municipal de Tzompantepec.
No hace falta descalificar a los diputados ni a las diputadas; mucho menos de insultar. Los hechos ahí están –y son unos pocos, los que están frescos en la memoria-, hablan por sí mismos. Le pese a quien le pese, la LXIII Legislatura es la peor de las últimas tres décadas. Y vaya que ha habido otras bastante malas.
@farotlax