Marcolandia

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 Fabián Robles
La Fuente

La Fuente escribe Fabián Robles

Marco Antonio Mena Rodríguez no perdió la oportunidad de intentar quedar bien la última vez que estuvo ante el presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo hizo el pasado viernes en Huamantla durante en un acto de evaluación de los llamados programas del Bienestar.

El gobernador priista se ufanó de que entregará a su sucesora Lorena Cuéllar Cisneros “un estado con finanzas sanas, con más fuentes de empleo, obras importantes y, sobre todo, en paz”.

De los temas enunciados, el exdiputado local sabe que no tiene razón y miente.

Si al hablar de finanzas sanas circunscribe su discurso nada más en la decisión de no contratar deuda pública, está en lo cierto: durante su mandato mantuvo la línea adoptada hace casi tres décadas por el entonces priista José Antonio Álvarez Lima y continuada por el experredista Alfonso Sánchez Anaya, el expanista Héctor Israel Ortiz Ortiz y el tricolor Mariano González Zarur.

Pero eso no es todo ni suficiente para propalar el cuento de que entregará finanzas sanas y lo sabe. Sabe que miente.

Contrario a ese discurso triunfalista de Mena, la ahora mandataria electa Lorena Cuéllar Cisneros destapó la cloaca que representa un enorme boquete –según sus propias cifras, dadas a conocer en mayo pasado durante el segundo debate entre aspirantes a la gubernatura- de 19 mil millones de pesos en Pensiones Civiles del estado.

La estratosférica cifra representa casi la totalidad del presupuesto ejercido en la entidad en el ejercicio fiscal que corre. No sólo eso, de ser cierto el cálculo de la morenista evidencia a todas luces un mal manejo en las finanzas de ese organismo y también que la administración saliente fue incapaz de mantener el esquema de rescate puesto en marcha en el gobierno de González Zarur.

Por lo que hace al tema del empleo, Marco Antonio Mena presume que dejará más plazas de las que había cuando recibió la estafeta. Datos del IMSS refieren que en el estado el número de puestos de trabajo al 30 de junio de 2021 es mayor al logrado el mismo mes pero de 2020 por 4 mil 028 plazas, ya que hace un año el número de trabajadores con seguridad social era de 99 mil 274.

Lo que no dice el gobernador saliente es que de los 815 mil habitantes del estado de Tlaxcala en edad y condición para trabajar, 292 mil personas están excluidas del mercado laboral como desempleados o porque no pueden buscar una ocupación, pues realizan labores domésticas o de cuidados, según la agrupación Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.

Tampoco habla nada de que otros 421 mil tlaxcaltecas laboran en condiciones precarias, sin seguridad social y/o con un salario insuficiente para sostener a una familia.

En lo referente a que “sobre todo” dejará “un estado en paz” el exsecretario de Turismo en el estado tampoco habla con la verdad. O al menos su concepción de paz es distinta a la realidad lacerante que viven muchos tlaxcaltecas.

¿Cómo se puede hablar de paz cuando en menos de diez días se registraron al menos seis intentos de linchamiento y la consumación de uno en Xocoyucan? ¿Cómo puede haber paz cuando el pueblo busca justicia por propia mano ante la inacción e indolencia de sus autoridades?

Tampoco puede hablar de paz -entendida ésta como ausencia de violencia- cuando en medio de la impunidad siguen los feminicidios, la desaparición de mujeres y la trata.

No por nada el gobierno federal accedió ya a emitir la declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), un tema que causó prurito y escozor a la administración menista que no pudo o no quiso hacer la parte que le correspondía.

No puede Marco Antonio Mena hablar de paz – entendida como situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas- cuando su gobierno ha sido incapaz de resolver, desde el ámbito de su competencia, el conflicto poselectoral en Xicohtzinco.

Faltan pocos días para que ese problema cumpla dos meses, tiempo en el que los inconformes con los resultados del 6 de junio han mantenido cerrada la carretera federal Tlaxcala-Puebla y también la presidencia, con una afectación que crece para muchas personas ante el desdén de la autoridad.

Menos puede presumir de paz cuando hace poco unos 40 automovilistas fueron atracados de manera simultánea a la altura del Arco Norte sin que nadie hiciera algo por evitarlo.

Organizaciones de transportistas han alertado en infinidad de ocasiones lo peligroso que es transitar por esa carretera y también por el tramo que va de El Carmen Tequexquitla a Calpulalpan donde los asaltos son constantes.

Por eso en su reciente gira de agradecimiento luego del triunfo del 6 de junio, Lorena Cuéllar Cisneros lamentó que la entidad retrocediera en materia de seguridad durante el gobierno de su predecesor.

Si Marco Antonio Mena tuviera razón, entonces no habría motivo alguno para que la gobernadora electa tenga entre sus planes solicitar una mayor presencia de elementos de la Guardia Nacional.

También Lorena Cuéllar ha expresado su interés por terminar con la corrupción, sobre todo en la procuración de justicia “que es un asco”. Algo sabe la morenista para hablar así. Esas palabras habría que contextualizarlas en el alto nivel de impunidad que existe en el estado.

Cierto, Tlaxcala no vive los niveles de violencia que ahora mismo padecen habitantes de otras entidades, pero un gobernador –de cualquier signo político- no puede ni debe ufanarse de que entregará un estado en paz cuando la realidad o los otros datos lo desbordan.

 

@FaroTlax