Fabián Robles escribe La Fuente
Ante la tercera oleada de Covid, el secretario de Salud en Tlaxcala, René Lima Solís, inexplicablemente no mide con el mismo rasero. Y no se trata de atacar a unos y defender a otros, sino de tratar a todos por igual.
La semana pasada, de manera furtiva –tal pareciera que tuvo miedo de hacerlo público-, el funcionario envió un oficio a la Diócesis del Estado de Tlaxcala (sic) para solicitar el reforzamiento de las medidas para contener el contagio por el coronavirus. Hasta ahí, todo bien.
Sin embargo, lo que llama la atención es la exigencia para evitar eventos o reuniones masivas en un lugar cerrado, mantener sana distancia de 1.5 a 2 metros entre feligreses, higiene constante de manos y no realizar acciones de acercamiento físico “como lo es abrazos y estrechamientos de manos”.
Llama la atención esa doble moral porque en los meses de campaña –en la que TODOS los candidatos de TODOS los partidos desacataron las medidas sanitarias de prevención- se organizaron actos masivos en busca del voto. Lo que menos importó fue la salud de los ciudadanos; integrantes de varios equipos enfermaron, pero los casos se mantuvieron en secrecía por conveniencia.
Cierto es que todos quienes participaron en esas actividades lo hicieron motu proprio, pero no hubo ni una palabra del funcionario y menos tampoco del Consejo Estatal de Salud para que se evitaran tantas concentraciones masivas que pusieron en riesgo a miles de personas.
Una actitud silente –entendida también como un acto de complicidad- mantiene el secretario respecto de la organización de decenas de bailes populares, lo mismo para que autoridades electas agradezcan a quienes votaron por ellas, o ahora con motivo de las ferias de los pueblos.
Para el próximo fin de semana se anuncia en Santa Ana Chiautempan el baile de feria, por ejemplo.
Iluso sería pensar que, con todo y aforo reducido, no haya una aglomeración de personas o que la gente guarde la sana distancia si se trata de un baile en el que inevitablemente hay contacto cuerpo a cuerpo –y entre más cerca, mejor-, o que a cada rato los parroquianos se laven las manos si lo más que hay en esos eventos son improvisados mingitorios...sin agua ni jabón.
Se entiende la necesidad de reactivar la economía de muchas familias afectadas severamente por la pandemia, pero lo que no se comprende es eso: la doble moral de quien cobra como secretario de Salud. Claro, los bailes dejan dinero para las autoridades y quizá por ello hagan mutis aunque el riesgo de un contagio masivo sea alto.
Es evidente que René Lima comparte a pie juntillas la posición presidencial de no tomar ninguna suspensión de cierre de actividades, tal vez porque piensa que de las dos oleadas anteriores del coronavirus aprendimos todos a cuidarnos.
No hay duda de que un sector de la población ha adoptado las medidas sanitarias ya como parte de su vida cotidiana, pero hay otros –y lo vemos en las calles, en los centros comerciales y en las plazas púbicas- que siguen sin creer que este maldito virus deja muertos y andan por el mundo como si nada sucediera, sintiéndose inmunes.
La realidad nos recuerda que en Tlaxcala ya hay otra vez fallecidos por ese mal y el número de personas afectadas también registra un crecimiento importante durante los últimos días. Además ya se registra un caso de la variante Delta.
La nueva oleada no es resultado más que del relajamiento de las medidas sanitarias y de la irresponsabilidad de muchos. La pandemia no ha terminado y sólo queda cuidarnos nosotros mismos y cuidar a los otros…si queremos.
@farotlax