Columna del Dr. Julián Germán Molina Carrillo*[1]
Van 1,065 días de gobierno y el diario británico Financial Times publicó una encuesta de popularidad entre los líderes del mundo, en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador se ubica en segundo lugar, con un 65 por ciento de aprobación, solo por debajo de Narendra Modi, primer ministro de la India, quien mantiene un 71 por ciento de aprobación. Se trata del segundo jefe de Estado mejor calificado del mundo.
Ha recorrido prácticamente todos los estados y los municipios más importantes del país; varias veces al inicio de su administración, declaró la guerra al robo de combustibles, conocido como huachicoleo, y a diferencia de Felipe Calderón sí ganó la batalla, pues logró una reducción del 90 por ciento en la comisión de ese delito. Emprendió también procesos legales para replantear la compra de medicamentos para el sector salud, para desaparecer los fideicomisos que financiaba el gobierno federal, replantear la forma de entregar recursos a las personas de la tercera edad y otros grupos vulnerables. En tres años, el gobierno federal construyó el sistema de becas más grande en la historia del país, con 8.3 millones de estudiantes y más de 70 mil millones de pesos entregados de forma directa a los beneficiarios.
El programa de empleo temporal Sembrando Vida alcanzó 451 mil sembradores que reciben 5 mil pesos mensuales a cambio de sembrar árboles en el país. De acuerdo con Javier May, secretario de Bienestar, 180 mil de los campesinos que laboran en estados del sur. El programa está presente en 20 de los 32 estados del país y fue propuesto por el Presidente para que los Estados Unidos inviertan en países de Centroamérica para generar empleos, remediar la migración, y promover el desarrollo para la región. Tras los cuestionamientos sobre las especies de árboles frutales o maderables que se estaban sembrando, el programa creció hasta llegar al millón 127 mil hectáreas de superficie reforestada. La meta para Sembrando Vida es la de plantar mil cien millones de árboles al final del sexenio.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles está a 140 días de su apertura, de acuerdo con el ingeniero responsable de la construcción, el comandante Ricardo Vallejo, se tiene un 69 por ciento de avance global y se han ejercido a la fecha 41 mil millones de pesos. El Tren Maya, uno de los proyectos emblemáticos de esta administración, tiene diversos niveles de avance, dependiendo del tramo. Los trabajos de la refinería de Dos Bocas continúan con la construcción de 39 subestaciones eléctricas y cuatro torres de enfriamiento, en un país eminentemente petrolero, el verdadero negocio es contar precisamente con refinerías, no en balde Estados Unidos cuenta con más de cien.
Se creó la Guardia Nacional, que a la fecha tiene 100 mil elementos, de los que 90 mil desarrollan actividades de seguridad pública en el país. El Ejército cuenta con 102 mil elementos en tareas operativas de seguridad, la Marina 33 mil. En fin, podríamos seguir señalando los avances de este gobierno, no obstante, el tema de la seguridad pública es una asignatura pendiente, además de la recuperación económica. Claro está que el último aspecto está ligado incluso a cuestiones supranacionales, pero la inseguridad latente, si bien heredada de los gobiernos sexenales pasados, debe ser también la premisa del Presidente, evidentemente, la realidad ha superado la retórica. Las tasas de homicidio doloso se han mantenido prácticamente constantes en la primera mitad del sexenio, en cerca de 27 víctimas por cada 100 mil habitantes, lo que es equivalente a aproximadamente 100 homicidios por día. Y han aumentado los enfrentamientos violentos entre grupos del crimen organizado, que se disputan el control de los mercados ilícitos que operan en el país, sobre todo de las rutas de trasiego de drogas hacia Estados Unidos. No cabe duda que lo siguiente en la agenda y más apremiante es que el gobierno federal reevalúe de inmediato prioridades y modifique la estrategia de combate a la delincuencia de a pie y a la organizada, quizás es tiempo de virar la estrategia de “abrazos y no balazos” para hacer frente a los delincuentes y replantear la polarización en la que ha vivido el país estos tres años, pensar que un gobierno debe ser igual para todos y hacer un llamado de unidad y trabajo a todas las fuerzas políticas y grupos para solucionar los graves problemas que aquejan a México.
A nadie conviene y mucho perjudica la división que AMLO ha promovido en la sociedad mexicana, está a tiempo de demostrar con hechos que lo primero es la Nación y lo que dejaremos a las futuras generaciones para engrandecer al país.
[1] Director General del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, incorporado a la BUAP.