Dr. Julián Germán Molina Carrillo
En su libro “2018 ¿AMLO PRESIDENTE? él Dr. José Antonio Crespo escribió: “En un mitin en la Plaza de la Revolución, al firmar muchos al firmar muchos nuevos adeptos El acuerdo por la Unidad, la Prosperidad y el Renacimiento de México, señaló López Obrador en una parte de su discurso: “Ya no será México el país de la violencia, de los desaparecidos y de la violación de los derechos humanos” Ya como Presidente en su Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 publicado en el DOF el 12 de julio de 2019 en la página 7 al referirse a la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, aprobada por el Senado de la República, en el punto 6 señala: “Emprender la construcción de la paz. Como elementos consustanciales a la estrategia de seguridad se promoverá la adopción de modelos de justicia transicional, la cultura de la paz y la recuperación de la confianza de la autoridad. Ante la imposibilidad de derrotar las diversas expresiones delictivas por medios exclusiva o preponderantemente policiales y militares y frente al absurdo de querer pacificar con métodos violentos, resulta imperativo considerar la adopción de modelos de justicia transicional que garanticen los derechos de las víctimas y que, al mismo tiempo hagan posible el desarme y la entrega de los infractores, a quienes se les respetarán sus derechos legales y se les propondrá un cambio de vida, se revisarán los expedientes de acusados y sentenciados a la luz de las lógicas de pacificación a fin de determinar si sus casos pueden ser objeto de amnistía o indulto, condicionados en todos los casos al cumplimiento de los cuatro ejes de la justicia transicional: verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición……”
A la luz de la grave situación de violencia e inseguridad en que vivimos millones de mexicanos, del alto número de homicidios en el país, a causa de los enfrentamiento de los carteles por el control de estados y municipios, así como por la desconfianza que tiene la población en las policías municipales, estatales, guardia nacional, el ejército y la marina, que no han sido capaces de frenar los actos de violencia, intimidación y desapariciones, nos queda claro el fracaso de la estrategia de seguridad del Presidente y que su slogan: “Abrazos, no balazos” sólo ha servido para que la delincuencia organizada continúe extendiéndose a sabiendas de que las fuerzas del orden, han sido infiltradas o rebasadas en los hechos y que quienes han sido detenidos y se encuentran en una de las cárceles del país, aún pueden seguir desde ahí cometiendo delitos, con la complacencia de las autoridades de los tres niveles; así de grave es la situación que enfrentamos, donde día a día escuchamos noticias de más homicidios, feminicidios y desapariciones de los que no se detienen a nadie y de que las fiscalías del país no son capaces de integrar una carpeta de investigación y menos aún de ubicar a los delincuentes, que gozan de cabal salud, para seguir con sus actividades, a sabiendas de que no serán puestos tras las rejas.
El fusilamiento de civiles ocurrido en Michoacán en esta semana, a plena luz del día, demuestra el rotundo fracaso de la estrategia del Gobierno federal para combatir la inseguridad en el país y de que es momento de que el Presidente haga un replanteamiento de lo que esto significa para los millones de mexicanos que le dieron su voto en 2018, confiando en que con él, las cosas serían distintas y de que se lograría cambiar la crítica situación en que ya se encontraban varios Estados como Sinaloa, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Guanajuato y Morelos, a los que se han venido a sumar en estos tres años, otro más como Sonora, Colima, Baja California Norte, Durango, Chiapas y lamentablemente Puebla.
El discurso de culpar a los gobiernos anteriores de lo que sucede en el país, cada vez es menos aceptado entre los ciudadanos, porque eso no sirve de nada para acabar con la inseguridad y porque es momento de mirar hacia adelante y buscar soluciones de fondo para evitar que los carteles se sigan empoderando y actúen cada vez con más violencia y crueldad en contra de civiles, sin importarles que se encuentren en medio del fuego cruzado mujeres y niños.
Pero es importante recordar el pensamiento de AMLO desde que gobernaba la capital del país en 2004 cuando señalaba: “Yo no creo que el problema de la inseguridad en el país se vaya a resolver con más policías, y con más cárceles, y con amenazas de mano dura, con más severidad en las penas. Yo creo que el problema de fondo tiene que ver con la pobreza, el desempleo, con la desintegración familiar; eso es lo que estamos haciendo en la ciudad” Y eso es precisamente lo que se propuso como Presidente, sin tomar en cuenta la situación que vive el país, desde 2006 en que Calderón le declaró la guerra al narcotráfico para legitimarse como Presidente.
Ni los programas del bienestar, como el de “Jóvenes construyendo el futuro” ni las becas a los estudiantes de escuelas y universidades públicas, han sido suficientes para frenar su ingreso a las filas de la delincuencia organizada ya que los cárteles, les ofrecen más dinero y poder para hacer una carrera delictiva en poco tiempo; es ahí cuando la tesis de AMLO se cae porque nunca el dinero repartido u obtenido sin esfuerzo es valorado, además de que ninguna pensión es suficiente para cubrir las necesidades de una familia.
Me pregunto ¿Qué debe ocurrir en el país para que el Presidente cambie su estrategia contra la inseguridad? El fracaso de su gobierno nos afecta a todos y en este caso, como en otros los primeros afectados son los pobres que deben salir de sus pueblos y comunidades y en segundo lugar la población civil, que vive la violencia como algo cotidiano en sus vidas, sin la esperanza del Futuro dorado que nos prometió AMLO.
*Director general del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.