Traicionar a las bases

Traicionar a las bases
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos 

La noche del domingo 1 de julio de 2012, Arturo salió de la oficina de uno de los periódicos más oficialistas que había en esas épocas.

La calle estaba desierta a las 3 de la mañana, luego de una extenuante jornada electoral en la que había triunfado el Partido Revolucionario Institucional con su candidato Enrique Peña Nieto por la presidencia y en su entidad natal, el triunfo avasallador del PRI en las diputaciones federales y el Senado.

Con una campaña marcada por encuestas infladas y una millonaria promoción del noviazgo de telenovela del priista, el peñismo se disponía a tenerlo todo de manera efímera y tardaría 2 años en conseguirse el repudio generalizado y terminar siendo prácticamente borrado por una nueva oleada ganadora ya en el 2018.

Arturo de apenas 24 años, no se sentía tan identificado con el ideario político del medio en el que editaba notas informativas de carácter local, pero cumplía bien con su trabajo, ponía buena cara y el ingreso le servía para sus fines personales.

Al dar un paso a la calle, tomaba su motocicleta y con capucha en mano se iba a hacer activismo en favor de todo aquello que no tuviera aroma a PRI. Marchó, lo encañonaron, lo golpearon policías y escoltas.  

Al neopriismo peñista, lo sentía como el más grande engaño de la historia (el tiempo le daría la razón) y toda aquella generación de nuevos rostros, eran la viva imagen de una estafa.

Volviendo a la noche del 1 de julio, junto con otro grupo de activistas, reporteros y amigos de todos los ámbitos sociales, se dirigió al Distrito Rural de su cabecera municipal a participar en los recuentos de votos, ante la podredumbre que hedía un resultado tan decepcionante como el del triunfo del peñismo.

Había 4 mesas improvisadas en donde los funcionarios electorales vaciaban las urnas y de uno en uno se verificaba que el voto correspondiera a cada partido, mientras un representante del Instituto Electoral grababa en su bitácora los datos.

No es difícil imaginarse que en aquella mesa los priistas vestidos con sus gorras y playeras rojas le hacían 50 a 1 a los que buscaban un conteo justo; sin embargo, con muchas agallas y con fe en lo que hacían, aquellos jóvenes lograron devolver más de 5000 votos al candidato opositor y restarle 3 pelos al priismo.

Afuera los demás se cooperaban para tener café, refrescos, galletas, platos, vasos, carne para hacer tacos, tortillas, pan, leche, salsa valentina, papitas y también algunas cervezas, en un ejercicio de hacer comunidad en favor de una causa de todos.

Muchos, como Arturo y tantos más, no durmieron durante 2 o 3 días, trabajando por las mañanas y contando votos por las noches.

Este es solo un pequeño testimonio del respaldo más que personal que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador en sus tiempos de activismo y las 3 campañas presidenciales que encabezó. Un activismo que critica y cuestiona que el mandatario haga mutis cuando su antecesor se placea por hoteles del mundo sin estar pagando el daño que provocó acá. Un activismo al que perfiles como Carlos Evengalista Aniceto no corresponden, invitando y perdonando a impresentables como Enrique Doger, un activismo al que políticos de vieja usanza como Ignacio Mier, jamás en su vida habrán de entender y del que nunca verán una pizca.

Decía Arturo hace unos días que, en la política, como en la vida, no hay nada peor que la traición, pero la traición a sí mismo. Ahí que quede.

 

@Olmosarcos_