El inconfundible olor a azufre

El inconfundible olor a azufre
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos  

La casa que en vida había pertenecido a doña Cristina Alonso estaba maldita, o al menos esa era la leyenda urbana que corría en aquel pueblo.  

Se contaban historias de atracos, violaciones, asesinatos, ultrajes, blasfemias a imágenes religiosas y un sinnúmero de inquietantes hechos. 

Los abuelos contaban que la llamada “Dama de negro” enloqueció fruto de una ambición incontrolable de poder, además de que nunca pudo curarse del amor al oro. 

Relataba también que ahí se hacían rituales en los que seincluían platicas con las paredes (o con sus espíritus), los sectarios pintaban los accesos con la sangre de animales aun vivos y ejecutaban extrañas lecturas en idiomas desconocidos. 

También decían que la hacienda con caballerizas, se pintaba de un extraño color morado por las noches, la cubríacelosamente la neblina como si ocultara algo y de vez en cuando parecían escucharse gritos salir de ahí. 

Seguido se hallaban huellas en el camino parecidas a las que deja un avestruz a su paso. 

Las flores nunca terminaban de pegar, los animales morían por enfermedades extrañas, se devoraban entre sí o enloquecían. 

Un día un grupo de chiquillos entró a la propiedad, y encontró huesos revueltos, inscripciones en las paredes, lo que parecía una daga y manchas rojas que llevaban hasta una cueva a la que decidieron no entrar. 

El más escalofriante de los relatos, fue de un grupo de excursionistas que dijeron haber encontrado la casa envuelta en un inconfundible aroma a azufre, por lo que el pueblo decidió llevar a un padre y después de varias visitas el lugar finalmente se clausuró. Nadie volvió a hablar nunca de aquello, pero hubo la seguridad de que ahí vivía un ente maligno o que la casa la habitaba una presencia siniestra, porque algunas veces se podía sentir ese olor que solo hiede la maldad y otras tantas ocasiones, corría un viento que daba escalofríos en la piel hasta al más valiente. 

Hasta este día, nadie ha dejado de ver la propiedad con miedo. 

Lo mismo ocurre en Tecamachalco, después de la detención de Sandra Nelly N., pareja del surtidor de armas de El Toñín, después del cambio de Gobierno municipal y del nombramiento de Alejandro Santizo como mando policial, luego del artero asesinato de 3 agentes ministeriales, inmediatamente después de que soltaran a los perros rabiosos a atacar y de que el edil prácticamente huyera del lugar… sí, Tecamachalco también huele a azufre y parece que ahí los demonios sí andan sueltos.

 

@Olmosarcos_