Jesús Olmos escribe Máscaras
Si la empresa en la que el director preso del diario Cambio tuvo actividad delictiva, es imposible no vincularla con su socio, cómplice y protector Ignacio Mier Velazco.
Si Mario Delgado Carrillo y Adán Augusto aun así sostienen su respaldo al diputado, o están muy mal informados o deliberadamente no quieren ver la realidad.
Aunque Ignacio Mier, Nacho, como le llaman sus cercanos, haya querido desvincularse del negocio de la comunicación que montaron por años, es al menos beneficiado en dos vertientes, la económica y, por supuesto, la política.
A la sombra de Mier, la administración de reputaciones en la que convirtieron a esa empresa de comunicación, no solo arremetió contra la clase política, también lastimó con alevosía a miembros de la sociedad.
La lista de agravios a los poblanos de este dúo, quienes hoy se dicen perseguidos, fue originada bajo esa misma premisa, la de perseguir a los enemigos (políticos o no) de sus clientes.
La ominosa dupla señaló a personas comunes y corrientes, hostigó a ciudadanos de pie, contó historias falsas sobre muertes atroces, construyó verdades históricas en casos enigmáticos, falseó datos sobre feminicidios y sus víctimas, construyó una realidad alternativa para satisfacer apetitos electorales y afectos políticos, todos vinculados a una cartera rebozando de billetes.
Entre los casos agravios más icónicos de este par, se encuentran los de las jovencitas víctimas de feminicidio, Mara Fernanda Castilla Miranda y Paulina Camargo.
De Paulina Camargo, en los tiempos de la reluciente alianza con Moreno Valle, el periódico del diputado Ignacio Mier se atrevió a dudar de reputación. Aseguró que se encontraba trabajando en otro estado de la República, en su afán de defender la estrategia de seguridad de su cliente en turno.
El 10 de febrero del 2016, en su programa el Juego de Troles, Arturo Rueda se preguntaba si “¿Paulina Camargo está viva en Monterrey?”. Por lo que se dijo en aquella emisión, nació la semilla podrida que sembró dudas en la historia de que la joven desaparecida hasta hoy luego de ser vista con su pareja, estando embarazada.
De Mara Castilla, en los tiempos de Tony Gali, también fue el periódico del diputado el que cayó en la irresponsabilidad de culpar a la víctima xalapeña por la violencia de la que resultó asesinada.
En la emisión de su programa ‘Juego de Troles’ del 15 de septiembre de 2017, el conductor hoy preso, dijo en un primer momento que “la muerte de Mara es la mitad responsabilidad de ella y la mitad del taxista”.
La declaración responsabilizaba a la joven de 19 años por su propia muerte. Sin ninguna prueba de por medio, este sujeto soltó la hipótesis de que Mara perdió el conocimiento de “lo bebida que iba”, y dijo que quizás se puso de acuerdo con él conductor de Cabify para ir al motel. A la postre se hallarían sus restos.
De parte del legislador no hubo ni castigo ni reprimenda ni deslinde ni un comentario ni nada sobre las historia putrefactas que sembró su periódico, el daño que le hizo a las familias, a las víctimas y a la sociedad en general.
Son solo un par de hechos de una gigantesca lista de agraviados, que nada han tenido que ver con la conjura política ni sus definiciones, sino que fueron tratados como un daño colateral en la lucha por el poder público, y de eso nadie ha dicho nada, mucho menos Mier.
@Olmosarcos_