Máscaras escribe Jesús Olmos
De las 3:39 de la tarde del 13 de diciembre hasta las 2:11 de la madrugada del 15 de diciembre, durante casi 36 horas, una mujer tomó en sus manos las riendas del poder en Puebla.
Y no se trata de Ana Lucía Hill Mayoral, la secretaria de Gobernación, que conforme a lo dispuesto por la ley obtuvo la condición de encargada de despacho del gobernador, para luego despepitarla en una intentona calderonista por hacerse de un coto de poder en Puebla.
Sin ningún tipo de unción pública, pero con el legado de su esposo en las manos, la señora Rosario Orozco Caballero, anduvo los caminos del poder público en aras de la estabilidad de la entidad, por encima de cualquier tipo de ambición personal, de grupo y mucho menos sucumbiendo ante el apetito nacional.
Son varios los testimonios públicos y privados que rodean el papel fundamental que la compañera del gobernador Miguel Barbosa desempeñó en este tenso y confuso periodo en el que no solo se definió el futuro de un grupo político, sino de todos los poblanos, los que dependen de una plaza gubernamental, los proveedores y sus empleados, los ingresos de miles en una larga cadena de gente que vive la circulación de la economía. Los que reciben algún apoyo, asistencia o programa, todo aquel, por más alejado del tema político-electoral, padece ante una crisis como la que ya vivimos en aquel diciembre del 2018.
Aunque Doña Rosario salió del ojo público desde que se conocieron los problemas de salud por los que atravesaba el mandatario poblano, hasta su llegada en una carroza junto a su féretro a la funeraria Camino Al Cielo, desde la soledad del luto, ofreció continuidad a las instrucciones del Gobierno.
Entre todas esas idas y vueltas, de rumores, de lealtades y de carroña, siempre presente en los momentos del dolor personal, tomó decisiones que pasarán a la historia, ocultas entre el secreto de quienes fueron convidados a actuar con apego a la Ley o los que fueron reprendidos por mostrar las uñas.
Abogada de profesión y la mente detrás del papel que jugó el sistema DIF estatal en la administración de 2019 a diciembre del 2022, tuvo el temple para hablar frente al presidente Andrés Manuel López Obrador, de la admiración de su esposo por el líder político de la izquierda, del hombre frontal como sello y del papel que desempeñaron las mujeres en su círculo.
Luego ante una tarde donde se le supo como la preferida para tomar las riendas, decidió hacerse a un lado para evitar aquellas quejas monárquicas con las que su esposo fue punzante contra sus adversarios públicos y finalmente tuvo el empacho de hacer un llamado a la unidad y la persistencia del gabinete.
Al final, de este trayecto, se dio el tiempo de ser quien respaldara la unción de un nuevo gobernador ante el hambre de los lobos y también quien le dio su primer acto público como compañero en la caravana de despedida por Tehuacán.
De estos hechos debe quedar constancia, por el arrojo y la valentía, porque mucho hay de maledicencia en el aire, más lo que se quiere instaurar como verdad, muy lejos de entender y apreciar el concepto de estabilidad, necesaria por el bien de todos y para bien del estado.
@Olmosarcos_