Relatos de carretera

Relatos de carretera
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos  

El contraste de las carreteras poblanas es muy significativo dado que gran parte de ellas están entregadas a privados, y las que antes fungían como vías principales se han mantenido como espacios, si bien en buen estado, ocupados por quienes les merma la economía o buscan salir del ojo de los federales.

Un gran ejemplo es la autopista Amozoc-Perote y la que, a la par de ésta, recorre desde Acatzingo hasta el municipio vecino del estado de Veracruz. 

Durante los últimos meses, esta pista está todo el tiempo en obras, lo que la ha hecho más lenta y difícil de recorrer. Además de las obras, en amplias franjas de esta carretera son evidentes los daños a la carpeta asfáltica. En plenas curvas, los hoyos la vuelven peligrosa, pero eso sí, es de las más caras del país porque pagas casi 500 pesos en un viaje de Puebla a Xalapa, un tramo de poco más de 170 kilómetros, de centro a centro de ambas ciudades. 

Una de las desarrolladoras fue empresa consentida del sexenio pasado y nadie se ha atrevido a tocarla y reprocharle que el alto costo no es recíproco con el servicio que otorgan.

La libre, es otro caso. Por ahí sigue diariamente el tránsito intermunicipal que va desde Alchichica, San Nicolás Buenos Aires, Zacatepec, El Seco y hasta caer en Acatzingo y su cruce con la autopista Puebla-Orizaba.

Si bien hay municipios que están marcados por la violencia y la presencia del huachicol, de día su tránsito es fluido y los paisajes que te regalan son impresionantes. 

De un lado, el Citlaltépetl, o Pico de Orizaba, rebosante de nieve; y por el otro la Malinche y al fondo junto al Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.

Ahí, algunos conductores buscan un vacío legal para huir de las mordidas cruentas de los federales, ahora vestidos como Guardia Nacional, ocultarse del trajín de la autopista o evitarse los altos costos en una carretera que es más tardada, pero con mejores condiciones generales.

La leyenda negra de la autopista Puebla-Orizaba y las Cumbres de Maltrata hacen de este tramo uno de los que más miedo genera a los viajeros, que han decidido mover rutas y horarios.

El tramo a la Ciudad de México, siempre escenario de tráfico, es uno de los mejor conservados y sin un precio tan alto.

En la Sierra Norte, las carreteras estatales que algún tiempo parecieron ser sinónimo de delincuencia, aun lo son de abandono. Los bellísimos paisajes rodeados de color verde y naturaleza se contraponen con la peligrosidad del periodo de lluvias y de las malas condiciones generales de los tramos que llegan de Zacatlán a Chignahuapan, o de Xicotepec hacia el norte. 

Una anotación aparte merece la zona federal de la entrada a Puebla en el tramo desde la caseta de Amozoc hasta antes de llegar a la caseta del segundo piso, cuyo estado es paupérrimo.

El tramo de más de 12 kilómetros es un sinfín de huecos que la hacen un símil al terreno lunar; es una zona de ausencia de los gobiernos que promovieron el cambio para mejorar, pero hay cosas que siguen en el vacío.

 

@Olmosarcos_