parabolica.mx por Fernando Maldonado
En el argot carcelario poblano y delictivo a San Miguel, en penal que cobró notoriedad en el país y mucho más allá de nuestras fronteras por el hallazgo de niño de tres meses muerto y dejado en un basurero, se le conoce como “San Michael”, como esa bella isla de arquitectura gótica en Normandía en Francia.
Nada tiene que ver con ese paisaje de la campiña francesa por que en San Michael, tras la detención de su director, Jaime Mendoza y otras 20 personas el lunes por la mañana, la divisa es el miedo.
Las olas concéntricas de un caso atípico y sin un referente en la Ciudad de México, como lo catalogó la Fiscalía de Justicia de la capital del país, no podía haber sido otra cosa, sino la purga en el sitio que fue santo y seña de un régimen que prodigó perdón e impunidad, incluso para criminales de la peor dimensión.
Nunca antes la fuerza del Estado se había sentido con tal contundencia, hasta alcanzar a quien manejó ese centro penitenciario.
De ello apenas pudieron haber sabido los custodios y administrativos que entraron a turno la mañana de este martes, 24 horas después del operativo realizado por la Fiscalía General y la Secretaría de Seguridad Pública que permitió detener a 17 hombres y cinco mujeres, entre ellos el propio director del penal.
Pero también está una mujer a la que el gobernador Miguel Barbosa se refirió la mañana de martes, una presunta servidora pública y probable responsable de haber ingresado el cuerpo de Tadeo a las instalaciones de San Michael.
Las últimas noticias de ese centro de reclusión es que los detenidos, custodios y mandos aprehendimos en el operativo de la mañana de lunes, fueron llevados al dormitorio “Z”, el lugar en que el se encuentra lo más acabado de la delincuencia.
Conocedores de las prácticas en los penales advierten la probabilidad de que sean trasladados al penal de Tepexi de Rodríguez, un sitio que está lejos de la influencia de quienes operaron la trama de la exhumación, introducción y abandono de Mateo.
Por lo pronto, el dormitorio Z se ha convertido en el habitáculo destinado para quienes han cometido delitos al amparo del poder público y que van mucho más allá del caso del bebé expuesto en el contenedor de basura.
Ahí pasan los días los 18 involucrados de la fuga de El Pirulí, Felipe Hernández Tlatelpa, ocurrida el 6 de junio de 2021 y quien está señalado del multihomicidio de estudiantes universitarios y un conductor de la plataforma Uber en febrero de 2020.
En el imaginario colectivo en San Michael existe una convicción, confirmada a la luz de los últimos acontecimientos: mientras no haya alguien que señale directamente al autor intelectual de una trama tan descabellada como la del niño Mateo, seguirán rodando cabezas.
Una consecuencia inmediata de lo sucedido es la incautación de todo tipo de instrumentos que son comercializados en el mercado negro de ese ámbito, sobre todo teléfonos celulares.
No hay refugio posible para ponerse a salvo de una purga como la que se vive en el icónico penal que había dado todo tipo de historias negras, hasta topar con la del niño Tadeo, sepultado en Iztapalapa el seis de enero y encontrado cuatro días después en San Michel.
@FerMaldonadoMX