Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
La crisis política en Querétaro apenas comienza. Tendrá profundas repercusiones en todo el país. No lo ha sido aún tras las escenas de horror este fin de semana con un número aún indeterminado de lesionados y, según el gobierno de aquel estado, sin homicidios consumados.
La verdad se conocerá cuando alguno de los tres aficionados al Atlas, en condiciones extremadamente graves, pierda la vida en el hospital en el que son atendidos.
La muerte en un estadio de fútbol será una desgracia para los deudos, pero la peor carta de presentación de México al mundo, ya de por sí profundamente deteriorada por la fuerza creciente del crimen frente al inmovilismo del gobierno de la Cuarta Transformación.
En Francia, tuiteó la poblana desde aquel país, Rosa María Lechuga, México se colocó entre las primeras tendencias en redes sociales tras conocerse detalles de la violencia desatada en nuestro país.
El pronóstico es de reserva y registrar un muerto por la agresión general del domingo alcanzará al gobernador y edil de la capital, Mauricio Kuri y Luis Nava, respectivamente.
La inestabilidad también tocará al presidente de la Liga MX, Mikel Arriola, y de paso a los dueños de los equipos si, como ha trascendido entre reporteros que cubren delincuencia en la Ciudad de México, Atlas FC mantiene en la Barra 51 al “Herón”, integrante del Cártel de Jalisco Nueva Generación; y en Querétaro al “Betito” del cártel de huachicoleros de San Juan del Río.
La presencia del crimen organizado en un evento familiar como un juego de fútbol no sólo es condenable, sino criminal y responsabilidad para las autoridades involucradas que en las últimas horas no han hecho sino rasgarse las vestiduras.
Plagado de lugares comunes, el discurso del presidente de la Liga MX ha sido una reiteración de la inacción, y detrás de ello deja constancia de los poderosos intereses económicos en juego y la influencia de los dueños de los clubes.
Arriola, no hay que olvidarlo, fue candidato del PRI al gobierno de la Ciudad de México en 2018 y sus vínculos con agentes económicos y políticos lo llevaron a la posición en la que se encuentra. No es criticable, pero la docilidad mostrada en las últimas horas lo coloca en una condenable posición.
En el caso del gobernador queretano es aún peor. Condenas y advertencias de castigo no es sino el cliché de un político sin un diagnostico real de lo ocurrido y, por tanto, carente de un esquema programático que le permita establecer contención y control de daños.
Desde la noche del domingo no ha hecho sino enfrascarse en desmentir la existencia de muertos en la campal de la que dieron cuenta en tiempo real las redes sociales, lo que lo ha colocado como uno más de los integrantes de esa clase política que escondía o disimulaba los peores escenarios.
Están por cumplirse 48 horas del horror desatado en el Estadio Corregidora. No hay un solo detenido y el país entero está sometido a un estrés desmedido por la narrativa que se ha adueñado de la conversación en las redes sociales, sin que nadie atine a encontrar un plan estratégico para el caso.
Las horas que vienen serán decisivas porque no sólo tres de los agredidos se encuentran en condiciones graves, sino otros 10 delicados. La peor pesadilla aún no comienza para la clase gobernante y para los dueños de los clubes.
@FerMaldonadoMX