parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
El diputado del PAN, Rafael Micalco, se quedó solo en su cruzada por criminalizar a los medios con una modificación legislativa que por lo menos esta semana, quedó en la congeladora.
Insiste en negar que llevar a la barandilla a los trabajadores de los medios para enfrentar cárcel en lugar de multa no es una regresión, por el solo hecho de considerarlo desde su curul en el Congreso.
Error elemental de apreciación en un miembro de la clase política que hace tiempo que dejó el párvulo de la actividad pública.
No sólo porque se trata del retorno al amago en contra de quienes ejercen el trabajo de informar y de formar opinión, sino porque no le es posible disimular la purulencia del desquite.
El diputado trae agenda personal contra un conjunto de medios que han sido particularmente críticos con su desempeño político, pero se resiste a admitirlo en público porque va en desdoro de una propuesta que mal pretende disfrazar su enojo en lo particular.
Ese estado anímico no sólo ha sido advertido por el resto de los legisladores que le hicieron el vacío, sino hasta de sus compañeros de bancada, que en público y en privado han dejado en claro que no forma en modo alguno la postura del grupo legislativo de Acción Nacional.
En una entrevista que concedió al autor de la columna, a propósito de su idea de tipificar como delito penal lo que según el criterio de un juez denigra, negó que se trate de un ajuste de cuentas por la maltrecha imagen que le han endilgado.
Lo obvio, dice lo contrario. No solamente por su idea de castigar con cargas punitivas a quienes lo critican desde los medios, sino porque, además, busca premiar a quienes según su criterio aplica un castigo y eso se llama componenda con quienes han sido dóciles con su línea discursiva.
El diputado panista busca quién se la pague, no quién se la hizo, pues. En esa entrevista se fue contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y del gobernador Miguel Barbosa por el tono de sus respectivas conferencias de prensa.
El arrebato que lo envuelve lo coloca en una posición poco favorable para un político que recibió trato generoso y hasta invitación a hacer política en otra trinchera cuando en su partido lo maltrataron y cerraron puertas.
La honorabilidad, ahora se puede advertir, es como la moral en un país de cínicos: es un árbol que da moras.
Deliberadamente miope, no ha advertido la beligerancia y procacidad que desde otros espacios y redes se lanzanponzoñas contra ambos personajes en la 4T.
Plumas y medios, comentaristas y articulistas que suelen tener vínculos con su perfil y sus impulsos habitualmente poseedores de derecho de picaporte en el sindicato patronal y el Consejo Coordinador Empresarial.
Es la misma derecha proclive a la descalificación y la defensa de sus intereses que en otros periodos les fueron consentidos, dispensados o disimulados.
Con la conducta pública de Rafael Micalco parece revivir el periodo de oprobio de un legislador desterrado por sus arrebatos: José Juan Espinosa, y ya es decir mucho.
@FerMaldonadoMX