Parabolica.MX por Fernando Maldonado
En Hidalgo y Coahuila, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador fue vapuleado por el PRI y responsables del fracaso hay nombres y apellidos. Es preciso tenerlo presente porque, como en diciembre de 2020, en el verano de 2021 volverán a las andadas: Alfonso Ramírez Cuéllar y Bertha Luján Uranga.
En Hidalgo apenas cinco presidencias municipales ganaron de las 84 en juego; en tierra de los Moreira ni un sólo distrito obtuvo. En ambas entidades, Morena ni las manos metió. La oposición se sirvió con la cuchara grande.
Fueron a hacer un ridículo demencial por la sobrada confianza de asumirse como el fenómeno perpetuo de 2018, con un candidato fuera de serie e irrepetible como AMLO.
En invierto de 2020 como en este verano, se verá que el camino del fracaso está empedrado de buenas intenciones, ingenuidad política y la arrogancia aderezada del aplauso efímero del activismo que provoca mucho ruido, pero pocos resultados.
Esos son los factores que influyeron para que se impusiera a Claudia Rivera, apuntalada por la burocracia de Morena con Eloísa Vivanco Esquide, la presidenta de la Comisión de Honestidad y Justicia y una camarilla que aplaudió todo el fin de semana: Edgar Garmendia de los Santos, cuestionado dirigente partidista; Carlos Evangelista Aniceto, el cobrador de moches con Fox y Peña, y un largo etcétera.
La presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, y su equipo cercano habrá obtenido la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional para reelegirse, pero no resultará definitivo porque la verdadera contienda apenas comienza.
Es la definición perfecta de quien ganó una batalla, pero no la guerra. Ya se advierten las armas y pertrechos con los que competirá para mantenerse un trienio más en la gestión municipal.
Los responsables de la confección de las candidaturas y las campañas en Coahuila e Hidalgo son los mismos que aún viven los efectos de la parranda, tras haber conseguido la candidatura el viernes pasado para la reelección de Rivera Vivanco.
No es casualidad que las muestra de apoyo y felicitación para la presidenta municipal de Puebla vengan de los afines a El Barzón, cuyo líder Ramírez Cuéllar ha hecho dupla con Luján Uranga, dueña de la burocracia en Morena.
Un caso que ejemplifica es el de Luján Uranga, presidenta del Consejo Nacional de Morena, una militante de la izquierda que más cercanía tiene con Andrés Manuel López Obrador, el presidente. Los afectos presidenciales no necesariamente se traducen en eficacia política ni rentabilidad electoral.
Constancia de ello es el estrepitoso fracaso que Luján Uranga y su equipero Ramírez Cuéllar, líder de El Barzón, propiciaron en la elección del Hidalgo y en Coahuila.
La falta de estrategia, las divisiones internas y la arrogancia de la que suele compararse este grupo es el que propició que al partido del presidente de la República perdiera de la manera escandalosa en ambas entidades.
En las relaciones humanas existen afectos que resultan dañinos, tóxicos y habitualmente conducen al camino del fracaso. Las afinidades en políticas bajo esa lógica podrían ser aún costosas.
@FerMaldonadoMX