Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
El hombre que hasta este fin de semana condujo el aparato responsable de garantizar la seguridad para los habitantes de Tulcingo del Valle, Maurilio Herrera Quirós admitió haber cortado la garganta a una persona y ordenó hacer lo mismo con otras tres.
El gobernador Miguel Barbosa reveló la mañana de martes que el hombre que aparece en una cuenta de Facebook en el que parece confesar la ejecución múltiple y que el lunes fue encontrado igualmente ejecutado, en el interior de bolsas negras localizadas en un parque de Tulcingo del Valle, careció de exámenes de control de confianza para desempeñar el cargo.
El hallazgo de cuatro personas degolladas ocurrió en un paraje del vecino municipio de Huamuxtitlán, localizado en la monta alta de Guerrero, en la que la presencia de grupos delictivos o subversivos ha sido la constante.
Lo que sucede en los aparatos de seguridad de los pueblos de todo el país debe verse como el germen del fenómeno delictivo que azota de manera general.
Por comisión o por omisión, han sido los presidentes municipales los que han dejado correr a cabecillas criminarles que sin freno, alcanzan dimensiones delictivas que luego es difícil disolver o contener.
Un caso paradigmático de esta realidad que se vive en México ocurrió en junio de este año con el asesinato de dos sacerdotes jesuítas y un guía de turistas en la comunidad de Cerocahuí en el municipio de Urique en Chihuahua, que dio como resultado que las relaciones entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la iglesia se tensaran al máximo.
El autor de ese triple homicidio es José Noriel Portillo Gil “El Chueco”, que comenzó su carrera delictiva hace cinco años, cuando el panista Javier Corral Jurado era gobernador de ese estado, lastimado por la delincuencia.
Antes de dar muerte a los religiosos y al guía de turistas ya tenía dos órdenes de aprehensión que nunca fueron cumplimentadas.
Es la génesis de los capos que pone contra la pared a la población que indefensa, observa el avance de la criminalidad a la espera de que las cruentas actividades no alcance a uno de los suyos.
Apenas en la entrega de jueves 17, aquí se dio cuenta de la componenda que en Puebla permitió el crecimiento de un líder delictivo a quien en el mundo del hampa se hizo popular por el apodo de El Grillo, y que las autoridades municipales decidieron dejarlo crecer por la utilidad política significaba para el PAN de Rafael Moreno Valle.
Fue ese personaje menor quien orquestó la violencia electoral que los habitantes de la capital padecieron en la jornada de 2018, y que habría seguido su ruta delictiva si antes no ocurren los hechos lamentables del 24 de diciembre de 2018, con los deceso de la pareja Moreno Valle-Alonso Hidalgo, tras la caída del helicóptero.
La evidencia empírica indica que la existencia de personajes como el ejecutado comandante de Tulcingo Del Valle; el Chueco de Chiahuahua o El Grillo de la capital, es dispensada o alentada por los primeros respondientes, los presidentes municipales que llegan a esos encargos con el beneplácito de los dirigentes partidistas que pagan cuotas a grupos de interés locales.
@FerMaldonadoMX