Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
Manuel Bartlett Díaz, el camelónico director de la Comisión Federal de Electricidad y auto investido “santón” del grupo en el poder, está inmerso en todos los pasajes oscuros de la vida pública en México en los últimos 40 años.
De una u otra manera, siempre se le ha recordado por todos esos episodios que han marcado la historia reciente del país, aún y con el proceso de purificación que supone dejar la llamada mafia de poder y transitar a la #4T.
El trabajo documental que arrojó el recuento del más reciente estreno de Red Privada: ¿quién mató a Manuel Buendía?, no es sino la confirmación de la omnipresencia del exgobernador de Puebla en todo ese hilo de tiempo, pero subrayadamente en el periodo 1993-1999.
Ya en otras piezas transmitidas a través de plataformas en streaming, nos han recordado el nebuloso papel que jugó en el levantón, tortura y ejecución, en 1985, de Enrique “Kiki”Camarena Salazar, el agente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos.
Manuel Bartlett Díaz ha sido de todo menos Presidente de México, dice en uno de los testimonios la periodista Carmen Aristegui, y es verdad; la ficha curricular de quien ahora es funcionario del presidente Andrés Manuel López Obrador: ha sido secretario de Educación y Gobernación, senador de la República, precandidato presidencial y hasta responsable de organizar las elecciones presidenciales de 1988, de donde surgió el mayor escándalo por la presunta caída del sistema que dio el triunfo al priista Carlos Salinas de Gortari en detrimento de un ícono de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Red Privada ¿quién mató a Manuel Buendía?, del director Manuel Alcalá, y producida por Inna Payán y Gerardo Gatica, lo coloca otra vez en el centro de la sospecha de una trama que no termina por desvelarnos los entretelones de un crimen de Estado, del que son piezas clave el exdirector de la temida Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez, y del presunto tirador, Juan Moro.
No hay nada nuevo en el trabajo realizado por la triada de cineastas autores del más reciente trabajo colocado en la plataforma Netflix, salvo la masificación de un homicidio del que las nuevas generaciones no conocían por la lejanía en el tiempo, luego de 37 años.
Las líneas de investigación se mantienen vigentes: la infiltración del Cártel de Guadalajara en las estructuras del poder público en México, el mismo que ordenó levantar, torturar y ejecutar a “Kiki” Camarena en 1985, cuando Bartlett era secretario de Gobernación.
La veta informativa que el autor de Red Privada había encontrado en la relación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con la contrainsurgencia centroamericana y el financiamiento de grupos subversivos con dinero del narcotráfico; y una adicional: la existencia de un campo de entrenamiento contrarrevolucionario en la zona del Uxpanapa en Veracruz… y en la Sierra Negra de Puebla, de los que Buendía Tellezgirón fue informado por el director del semanario Primera Plana de Coatzacoalcos, Javier Juárez Vázquez, también ultimado.
El contexto de la década de los ’80, en el periodo en que el exgobernador de Puebla estuvo al frente de la oficina de Bucareli, tiene todos los componentes: el crecimiento del Cártel de Guadalajara, los intereses de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Oficina para Administración de Drogas (DEA), la Dirección Federal de Seguridad y la contrarrevolución centroamericana.
Bartlett Díaz pudo haber buscado el perdón de la historia con el lugar que ocupa en la Cuarta Transformación, pero estamos ante el único y palmario fracaso de este hombre del sistema.
@FerMaldonadoMX