Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
Por enésima ocasión, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cambiará de piel, como las serpientes suelen hacerlo, para reparan heridas; eliminan la dermis dañada y se deshacen de parásitos externos, o eso se espera que ocurra. Por lo pronto, hasta proclaman sus dirigentes que han dado “una patada al neoliberalismo”.
Tras su XXIII Asamblea Nacional, ahora el tricolor, o su dirigencia nacional, más en específico, se ha declarado que tendrá un “carácter popular, democrático, progresista e incluyente”.
Ello, para inscribirse “en la corriente social demócrata de los partidos políticos contemporáneos. La socialdemocracia es la corriente ideológica más cercana al centro democrático, y alejado de los extremos”, dijo el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, ése al que apodan “Alito”.
Luego, Rubén Ignacio Moreira Valdez, el coordinador de la bancada tricolor en San Lázaro, ratificó: “somos social demócratas, feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas, aliados de las causas populares. Le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”.
“Pa-ta-da al neoliberalismo”. Hoy son absolutamente buenos y se han purificado y olvidado de sus ideas de corrupción y abusos.
Si todo fuera cierto, los militantes poblanos y de todo el país debieran estar festejando que su partido se deslinde del fracaso del modelo que impuso al tricolor y al país el expresidente Carlos Salinas de Gortari, y que continuaron los “Harvard boys” del priísmo y panismo posterior, y que por fin comience a acercarse a sus orígenes revolucionarios y nacionalistas.
Sin embargo, poco se puede confiar en que los buenos deseos del PRI se concreten. Rescata, por estrategia legislativa y electoral, los fustes ideológicos del cardenismo, pero posiblemente los dirigentes de hoy ni los conozcan.
Apenas en agosto de 2020, el PRI de los “Alito”, los Murat y los Moreira cambió sus estatutos para poder aliarse con el partido de derecha, Acción Nacional (PAN).
¿Para qué aliarse con un partido de derecha, con facciones de ultraderecha, si luego iba el PRI a rescatar sus orígenes, o al menos sus postulados de los años 40, 50 y 60?
Es que se trata, en realidad, de una simulación. Como las serpientes, cambia de piel con objetivos concretos, pero no cambia de especie.
La Reforma Eléctrica del lopezobradorismo está cerca de ser abordada en el Congreso de la Unión. Al implicar un paquete de reformas constitucionales, al menos en la Cámara de Diputados, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados no reúnen los votos necesarios para las dos terceras partes, la mayoría calificada, que consiga su aval.
También el próximo año hay elecciones. Los dos bastiones priístas en juego, Hidalgo y Oaxaca, están perdidos para el tricolor. Ahí hay mucho que negociar. Impunidad para los mandatarios salientes, por ejemplo.
El cambio del PRI no es sincero. Es una simulación de coyuntura.
@Alvaro_Rmz_V