Para mí deséenme lo mejor, dijo en una noche llena de nostalgia, en que hizo el recuerdo de sus pasos por los escenarios mexicanos desde 1969
Tristezas, alegrías, recuerdos que, de tan imprecisos, son más bellos que la realidad en que ocurrieron, además de canciones que dicen mentiras bien perfumadas, son el equipaje que trae consigo Joan Manuel Serrat Teresa, para la gira ultramarina que ha emprendido para despedirse del mundo.
El Nano dijo adiós a los poblanos y poblanas este 10 de mayo, en la primera de las paradas mexicanas que hará (toca también este 13 de mayo en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México), para una noche llena de una nostalgia que terminó por estremecer a quienes colmaron el Auditorio Metropolitano.
Este recital de la gira “El vicio de cantar” también cimbró al catalán, que interpretó sus indispensables piezas y que se dio tiempo para bromear, para añorar, para decir adiós, en el último de sus conciertos en esta ciudad que le concedió en 2004 la Cédula Real, y en donde la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), también ese año, le otorgó el doctorado honoris causa. Por eso es tan especial para él y él aquí.
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Las Golondrinas la entonó El noi del Poble-sec (el chico del Pueblo Seco), para un adiós muy “a la mexicana”, que sacaron lágrimas a más de uno de los miles de asistentes a la presentación de Joan Manuel, que evocó su niñez con sus poemas sobre su madre, con su Mediterráneo, la canción que más versiones tiene en España; con su desgarradora Romance de Curro el Palmo:
Ay, mi amor / Sin ti no entiendo el despertar / Ay, mi amor / Sin ti mi cama es ancha / Ay, mi amor / Que me desvela la verdad / Entre tú y yo, la soledad / Y un manojillo de escarcha…
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Entonó con sus músicos, en instrumentación austera pero suficiente, su Señora, Las pequeñas cosas, Algo personal, Para la libertad y Hoy puede ser un gran día, con la banda que siempre ha estado dirigida por el inseparable Ricard Miralles, pianista y compositor, sin quien no se podría entender la carrera de El Nano.
Memoria y fantasía
Con esa paciencia que le han dado los 78 años de edad y los 57 de carrera, desde que en 1965 comenzó sus pasos en los escenarios, Joan Manuel se dirigió a su público y disfrazó la despedida con un “hasta luego”, que perfumó con sus palabras de poeta y que acompañó de relatos y citas de tiempos pasados.
Y así, explicó las canciones, la memoria y la fantasía:
“Las canciones están escritas, están construidas, de inventos y, sobre todo, de recuerdos, que no son otra cosa que memoria y fantasía, porque ni nuestra memoria es tan fiel, ni tampoco los recuerdos son tan sinceros.
“Recordar viene del latín recordis, que como saben ustedes quiere decir volver a pasar por el corazón, porque nuestros antepasados pensaban que la memoria y las emociones residían aquí, en el corazón.
“García Márquez, el bueno de Gabriel García Márquez, dejó una definición magnífica al respecto, que dice ‘la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla’. Así es.
“Sólo hace falta escuchar a las parejas… en la mesa de al lado, o en su propia mesa, una pareja explicando algo que vivieron en común y comprobarán que no dejarán de corregirse el uno al otro… Porque la realidad es mucho mejor cuando se imagina”, expuso con maestría el poeta catalán, quien antes de tocar Puebla estuvo en Santo Domingo, Costa Rica, Miami y Nueva York, en esta gira del otro lado, para él, del Océano Atlántico.
Ahí está el detalle
“Las canciones van un poco más allá, se apartan de lo que podría ser un tu-tu-tu, ta-ta-ta, turú, ba-ba, para ser una cosa más. Se esfuerzan en construir, con palabras y con música, historias en las que vuelcan sus emociones, con mayor o con menor fortuna.
“Y se ven recompensadas con una historia mágica que se nos pega en el alma y se queda ahí, por los siglos de los siglos… Y como diría Cantinflas, ‘ahí está el detalle’”, dijo mientras con las teclas de su piano, Miralles preparaba No hago otra cosa que pensar en ti.
El planeta y la pandemia
Sobre la pandemia, desde el escenario, Joan Manuel hizo reflexiones de este mundo distinto, de la gente con mascarillas. Aunque confió en que la ciencia y la humanidad vencerán, con sacrificios, a la COVID, lamentó las ausencias.
“Pienso que han sido demasiadas las personas y demasiadas las esperanzas que hemos ido perdiendo en el camino. Si hablamos de la situación de nuestro planeta, nuestra casa en común, la situación es extraordinariamente más grave…
“Nos han metido encima un gorro de la expresión del cambio climático, a la que nos hemos ido acostumbrando como algo de uso común, pero esto esconde una realidad terrible que está a la vuelta de la esquina y que nos destroza el hambre, nos empobrece la tierra, nos pudre las aguas, coarta nuestras vidas y nos coloca cada vez en una situación de vulnerabilidad más grande…
“Es doloroso ver el camino que llevamos para dejarles una herencia a nuestros hijos o a nuestros nietos, una herencia bastante penosa y putrefacta...”, advirtió el cantautor.
El adiós
Y vino la despedida del cantautor que anduvo por tierras mexicanas más de medio siglo, en que cosechó, perdió, ganó y triunfó.
“El tiempo juntos ha sido un tiempo justo. Durante este tiempo, he tenido amigos, he perdido muchos amigos, he ganado otros, aunque les he de confesar que el camino de la pérdida es un camino cuesta abajo… cuando uno llega ya a ciertos momentos de su vida.
“Pero ha sido tanto el tiempo y tan gozoso el tiempo que he compartido, que primero quiero aclararles que no tengo ninguna intención, con esta retirada mía de los escenarios, una retirada voluntaria, y diría que he reflexionado, pero claro que las reflexiones forman parte de un momento y quién sabe qué ocurrirá al cabo de otros momentos.
“O sea que les vengo a decir que tengo más motivos para recordar todo este tiempo con alegría, que añoranza en el tiempo que ya se ha perdido… Por tanto les quiero dar las gracias, porque me han hecho muy feliz, he podido hacer lo que me gusta hacer.
“Les he tenido como grandes compañeros en momentos muy difíciles de mi vida, y en otros momentos más, dijéramos, relajados y he aprendido, desde el año 69, que yo tuve mi primer contacto con este país, con mi México, he aprendido mucho porque he tenido muchos amigos y muy buenos amigos… He tenido que aprender a alburear -dijo y levantó risas del público- es la mejor manera para que no te albureen, marcas distancia, marcas territorio.
“Hoy queremos de todo corazón y con mucha sencillez despedirnos esta noche de este concierto. No pienses que se acaba nada, piensen que todo empieza.
“Para mí deséenme lo mejor”, dijo casi al final del concierto que terminó con Penélope, la canción que lo trajo a América y a México, hace ya más de medio siglo.
El Nano se ha ido de los escenarios poblanos para siempre.