Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
Los cálculos más generosos consideran que el debate entre siete de los aspirantes a la presidencia municipal de Puebla capital tuvo solamente unos cinco mil espectadores. Esa cifra debiera encender los focos rojos en todos los partidos y en el Instituto Electoral de Puebla (IEE), porque es la única referencia, a una semana de la cita con las urnas, que nos proyecta, con base en el interés, la participación de los ciudadanos en la jornada electoral.
Este 6 de junio podría registrarse uno de los mayores abstencionismos, si no es que el más grande de la historia del estado, a pesar de que por segunda ocasión asistimos los poblanos a una elección concurrente, federal con local.
Si la contienda más “emocionante” que se realiza, por definir al próximo alcalde o alcaldesa de la capital del estado, no ha convocado, ni ha interesado, siquiera a 0.37 por ciento de los más de 1.3 millones de personas inscritas en la Lista Nominal de la capital, estamos todos en graves problemas, porque eso podría reflejarse luego en la jornada electoral.
La cifra es con base en quienes están inscritos en cada uno de los cuatro distritos electorales federales que tienen cabecera en el municipio de Puebla: El Distrito 9 Federal tiene 339 mil 025; el Distrito 11, 334 mil 723; el 12, 337 mil 165 ciudadanos; y el 6 tiene 319 mil 028 electores en su Lista Nominal.
La suma es de un millón 329 mil 941 ciudadanos.
Académicos y funcionarios del IEE han pronosticado que solamente acudirá a la cita cívica alrededor del 50 por ciento, o menos, de los potenciales electores por todo el estado.
Creo que son muy optimistas con esa proyección para el apenas segundo proceso electoral concurrente -el primero fue en 2018- y el primero concurrente intermedio que vive Puebla.
En las cifras históricas recientes, los dos referentes de la más baja participación están en 1992, cuando apenas 39.5 de los inscritos se presentó a las urnas, a pesar de que se votaba por gobernador; al igual que en la extraordinaria de 2019, cuando llegó solo 33.41 por ciento a sufragar, pero en ese proceso las condiciones fueron tan inusuales como la convulsión que se vivió previamente.
¿Cuál es el principal problema del abstencionismo?
La respuesta es sencilla: si no salimos a votar, otros deciden, porque están organizados y movilizan a sus votantes.
Hay presión, incitación o, en el mejor de los casos, motivación -legal o ilegal- para que militantes y simpatizantes de una fórmula o partido específicos lleven a sus votantes y se beneficien.
Las redes sociales se inundan constantemente de quejosos que reprochan cosas a los gobiernos y a los legisladores, pero muchos de esos estridentes proclamadores de que “todo está mal” se quedan en casa el día de la votación.
La fórmula es sencilla: cada voto que no se emita, por cualquiera que sea el candidato o candidata de preferencia, da espacio al triunfo de los partidos que tienen estructura y que mueven a sus huestes a las urnas.
Que la abulia electoral no sea la triunfadora.
Pero si triunfa en usted, después no se queje. Sería inmoral.
@Alvaro_Rmz_V