El nuevo estudio demostró que las ‘células T’ son un factor clave en la respuesta inmune al COVID-19.
La aparición de nuevas variantes del coronavirus ha provocado preocupación sobre su impacto en la efectividad de las vacunas y si las personas que estaban previamente infectadas podrían ser más susceptibles a la reinfección. Un nuevo estudio sugiere que quienes se contagiaron de COVID-19 tienen más y mejor inmunidad, según el más reciente hallazgo sobre los linfocitos T.
En la mayoría de los pacientes infectados, el virus SARS-CoV-2 causa síntomas leves que incluyen fiebre y tos. En otros casos, el virus causa una enfermedad potencialmente mortal con síntomas que incluyen neumonía, disnea y un proceso hiperinflamatorio que incluye tormentas de citocinas y trombosis inmunitaria sistémica.
El nuevo estudio demostró que las ‘células T’ son un factor clave en la respuesta inmune al COVID-19. Quienes hayan tenido la enfermedad sintomática desarrollan a largo plazo una mejor respuesta de los linfocitos T, lo que resulta en menos posibilidades de infección respecto a las persona asintomáticas.
“Las respuestas de las células T probablemente juegan un papel importante en el control de la infección por SARS-CoV-2, pero se han estudiado relativamente poco. Los datos ahora sugieren que la mayoría de las personas infectadas desarrollan una inmunidad de células T sólida y duradera”, dice el estudio publicado en la revista Nature.
Los linfocitos T son células que pueden detectar al virus una vez que reingresa al cuerpo y pueden coordinar respuestas inmunes y hasta acabar con las células infectadas. Son uno de los mecanismos más efectivos que tenemos para evitar una reinfección por COVID-19.
Los científicos estudiaron por seis meses las respuestas de las células T después de la infección en 100 personas (edad media de 41 años) que tenían infecciones relativamente leves (56 personas) o infecciones asintomáticas (44 personas). Para enumerar las células T que reconocieron el SARS-CoV-2, las células de los individuos previamente infectados se estimularon primero con péptidos de las proteínas del virus para provocar una respuesta de citocinas.
A continuación, se contaron las células T reactivas con SARS-CoV-2 basándose en la secreción del interferón de citocina proinflamatorio (IFN) en un ensayo ELISpot (mancha inmunoabsorbente ligada a enzimas). Casi todos los donantes tuvieron una respuesta de células T reactivas al virus en este ensayo.
Las personas con infecciones sintomáticas por SARS-CoV-2 tuvieron respuestas de células T de magnitud significativamente mayor a los seis meses posteriores a la infección, en comparación con aquellas con infección asintomática.
Aunque las personas con enfermedad grave no se incluyeron en este estudio, otro informe reciente no encontró diferencias significativas en la magnitud de las respuestas de células T específicas del SARS-CoV-2 entre los participantes que fueron hospitalizados y los que no fueron hospitalizados.
Este estudio es tranquilizador, dijeron los investigadores del ensayo, ya que la mayoría de las personas que se infectaron seis meses antes, incluso si no experimentaron síntomas o síntomas leves durante la infección, fueron capaces de generar una respuesta inmune celular contra este patógeno.