Piso 17 escribe Alvaro Ramírez
Con argumentos sobradamente sólidos, la magistrada Janine Madeline Otálora Malassis ha planteado a sus pares del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarar inconstitucional la ampliación del mandato de la actual dirigencia de Morena.
En el proyecto, que ha encontrado opiniones a favor y también resistencias en el partido del Presidente de la República, se propone que dejen sus cargos el próximo 31 de agosto Mario Martín Delgado Carrillo y Minerva Citlalli Hernández Mora, como presidente y secretaria General del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), respectivamente.
Muchos están a favor del documento que espera su turno para ser votado en el pleno de la Sala Superior y otros lo rechazan, como lo hicieron este domingo, en un comunicado y un desplegado, los gobernadores emanados del lopezobradorismo.
Que los mandatarios afines a López Obrador hayan tenido que salir a pronunciarse en contra de la resolución que se votará en el TEPJF está adelantando que se prevé que tumben la dirigencia.
El proyecto considera que, en la aprobación de la ampliación de sus cargos, para que encabecen el partido en el proceso 2024, no se respetaron ni las formas ni el fondo de la vida democrática que debe tener un instituto político.
“El partido, como órgano democrático, debe respetar el principio de periodicidad de su dirigencia y no puede prorrogarlos, aunado a que dicho supuesto no se prevé en el Estatuto de Morena… La prórroga automática que contempla la jurisprudencia responde a un supuesto distinto al del caso. Además, en este momento no se justifica que exista una situación extraordinaria que impactaría únicamente a dos cargos particulares”.
Pero si Mario Martín y Minerva Citlalli dejan o no sus puestos partidistas, es en realidad lo menos importante.
En un partido como lo es Morena, émulo del PRI, hay formas y fórmulas de sobra para encontrar una solución rápida y suplencias que convengan y convenzan al líder máximo del sistema.
El verdadero brete en el que está metido es la guerra que se desatará entre cuadros e integrantes de su cúpula, por ocupar los lugares que dejarán vacantes Delgado y Hernández, si es que la prospera el proyecto de Otálora y logra el consenso.
En cualquier partido, pero especialmente en Morena, la guerra interior por convertirse en la cabeza es despiadada, ácida e inmisericorde.
El escenario que se dibuja plantearía la urgencia de que el presidente Andrés Manuel López Obrador meta en disciplina a los militantes de su institución.
Sin embargo, no lo ha hecho antes y es previsible que no lo haga ahora, porque además el morenismo partidista termina siempre decepcionándolo.
Ya antes incluso ha planteado la posibilidad de que él mismo deje a Morena.
Si Mario Martín y Minerva Citlali dejan la dirigencia muy probablemente ni ellos ni sus grupos políticos van a tener injerencia en la definición de los métodos y de las candidaturas, incluida a la Presidencial en 2024.
Esto golpeará de muchas maneras a Puebla. De entrada, influirá directamente en la definición que debe hacer el partido de si se postula a una mujer o a un varón a la gubernatura.
Nada bien le viene al morenismo esta coyuntura, porque de prosperar el proyecto, como esperan muchos, deberán cambiar de dirigencia a finales de agosto.
Esa fecha es fatal y fatalista, porque a mediados o finales de septiembre, si cae el Plan B de la Reforma Electoral -algo también harto previsible-, comenzará formalmente el Proceso Electoral Federal 2023 2024 que en Puebla es un Proceso Electoral Concurrente.