Noroña, del porrismo a la institucionalidad

Noroña, del porrismo a la institucionalidad
Alvaro Ramírez
Piso 17 Gerardo Fernández Noroña

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco 

Hace apenas tres lustros lideraba las protestas afuera del Senado de la República, contra las reformas neoliberales y la presidencia espuria del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

En 1995 saltó al conocimiento masivo por encabezar la resistencia de los deudores de la banca, cuando el PRI y PAN se aliaron para convertir la descomunal deuda de unos cuantos ricos, que conservaron su peculio, lujos y estatus, en una impagable deuda pública que sigue pesando al erario, cuando convirtieron al Fobaproa en el IPAB.

Aquel líder, tildado como porro, quien estudió en la década de los 80 economía en la UAM Azcapotzalco, José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, es hoy presidente del Senado.

Es él, quien es todo un rockstar de las redes sociales y tiene un ejercicio masivo de seguidores y un tanto también de odiadores, el más claro ejemplo del tercer planteamiento de la izquierda, en todo el mundo, que vislumbró que se puede acceder al poder y derrocar a la derecha dominante, incrustándose en el sistema para cambiarlo desde dentro.

(El primer planteamiento, casi postulado ideológico, fue la lucha armada, que cuesta mucha sangre y sólo funcionó en contadas ocasiones; mientras, el segundo es la toma de las calles y la exacerbación del malestar social. En este también se movió por años José Gerardo Rodolfo).

Con sorpresa para muchos, Noroña ha transitado, al menos en las primeras dos semanas de la actual LXVI Legislatura, del porro al político institucional.

Quienes esperábamos que, desde la conducción de la Mesa Directiva del Senado de la República, José Gerardo Rodolfo reprodujera la estridencia, desenfado y locuras con las que se ha conducido en los últimos 30 años en su vida pública, nos hemos quedado pasmados.

El hombre que es estrella de la oratoria y el golpeador más conocido de la derecha ha caminado con pausa y en línea recta, sobre la institucionalidad que requiere la presidencia de una de las cámaras de uno de los tres poderes del Estado mexicano.

Por supuesto que es de reconocerse su conducta, al menos lo que ha demostrado hasta ahora, Pero también es muy genuina la sorpresa, por la enorme cantidad de episodios locuaces que ha ofrecido Noroña a lo largo de su carrera política.

Y esa sorpresa está bien justificada, porque también hay que decir que el político de izquierda ha sido consistente a lo largo de los años, como un artillero contra el neoliberalismo.

El José Gerardo Rodolfo de hace un par de semanas, desde muchos ojos sigue, seguía siendo el mismo que en 1998 hacía una huelga de hambre en una casa de campaña, a las afueras de la puerta principal de la sede de la Cámara de Diputados, sobre la calle Emiliano Zapata de la colonia El Parque.

Su estridencia, su fluido discurso, sus ilustradas referencias como el lector voraz y culto que es, no han variado a lo largo de estas tres décadas.

En eso sí, guste o no su estilo porril pirotécnico y hasta majadero, José Gerardo Rodolfo sigue siendo el mismo de una sola pieza.

Por eso ha dejado cejas alzadas y bocas abiertas, su conducción institucional, de hasta ahora, como presidente de este primer año de ejercicio en la Cámara Alta.

Fue institucional, para garantizar que, en una sede alterna, que resultó ser la antigua Casona de Xicoténcatl, se celebrará la sesión en que se aprobó la Reforma Judicial.

Ha sido institucional en la solicitud del resguardo y seguridad para los legisladores, como es su obligación.

Se ha mantenido así, cuando anunció que presentará una denuncia contra la política panista que llamó al linchamiento de quienes voten a favor de esa reforma constitucional.

Hasta su tono de voz se ha moderado y la rapidez de su dicción se ha pausado. Noroña parece otro, que ha sabido comportarse a la altura de la investidura que hoy tiene como presidente del Senado.

Se alejó tanto del golpeador retórico para acercarse muchísimo al representante popular institucional.

Pero es José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña al fin de cuentas.

Quienes esperamos que, en cualquier momento, vuelva a la pirotecnia, al lucimiento y a los excesos, también tenemos una genuina duda.

El ex diputado y ex aspirante presidencial, sin embargo, está ante una bifurcación interesantísima en su vida y en su carrera.

Ser el porro o ser el estadista. He ahí su dilema.

 

@Alvaro_Rmz_V