La columna de Alejandro Páez Varela
El sábado pasado, Vicente Fox compartió un texto en partes (hilo) de un periodista que contaba algo sobre la hebilla que usaba Mario Zamora Gastélum cuando era candidato a Gobernador de Sinaloa, en 2021. El autor decía que en la hebilla podía leerse “MZ”, que son las iniciales del político y que resultan ser las mismas que usaba Ismael “El Mayo” Zambada (MZ). Lo llamativo no era la inferencia naíf del reportero, sino la reacción del expresidente.
“¡Esto es insostenible!”, escribió Fox, quien apenas llegó al poder liberó a Joaquín “El Chapo” Guzmán. “Pongamos vigilancia estricta sobre Claudia”, agregaba.
Los que todavía lo retuitean parecieron ignorar que Fox pedía vigilar a la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, por un texto que especulaba sobre Mario Zamora, quien es Senador del PRIAN y compitió por el PRIAN a la gubernatura.
Fox es de pocas luces, pero nadie se confíe porque también es mañoso. Es el burro que aprende a soltar las amarras de noche y se come las hortalizas. Sin embargo, en él puede explicarse la “posverdad”, una distorsión deliberada de la realidad –recurro al diccionario casi de manera textual– para manipular creencias y emociones e influir con mentiras en la opinión pública.
Hago notar algunos detalles sobre la posverdad para tratar de explicarla.
Primero, que el que miente conoce la verdad y por deshonestidad intelectual decide torcerla. Crea un discurso alternativo y luego lo difunde. Un ejemplo: los Claudio X. González padre e hijo dicen durante décadas –y sobre todo en la última campaña electoral– que la izquierda y Andrés Manuel López Obrador quieren “convertir México en Venezuela”. Saben que es mentira y la realidad dice que es mentira, pero no les importa. El hijo confiesa 15 días después de las votaciones presidenciales (el 18 de junio de 2024) que efectivamente ha mentido. “No creo que vamos a ser Venezuela, Nicaragua o Cuba”, afirma ante seguidores en Atizapán, Estado de México. Padre e hijo han recurrido por décadas a la mentira para manipular porque los mueve la deshonestidad.
La construcción de argumentos alternativos para distorsionar los hechos o para desviar la vista de ellos ha sido una especialidad de la derecha mexicana desde hace muchos, muchos años. Pongo otro ejemplo de posverdad, ahora de los últimos días. El único personaje vinculado directamente a “El Mayo” Zambada dentro de la reciente trama del Cártel de Sinaloa es Héctor Melesio Cuén, Diputado federal electo ¡del PRIAN! ¡De la derecha! Lo dijo el mismo Zambada: “Héctor Cuén era un viejo amigo mío y lamento profundamente su muerte”. Yo no sé si el Gobernador de Sinaloa –y si alguien lo supiera seguramente ya lo habría publicado– es o era amigo de “El Mayo” o de “El Chapo”, pero lo que sé, por el mismo narcotraficante y por versiones alternativas, es que Joaquín Guzmán López usó el nombre de Rubén Rocha Moya para citar a Zambada y a Cuén con la intención de eliminarlos. Y los eliminó. A uno lo secuestró y se lo llevó a Santa Teresa, Nuevo México; al otro –según la versión de Zambada– lo asesinó en la cita.
Sin embargo, la atención de la prensa se ha centrado en Rocha Moya cuando Héctor Melesio Cuén, a quien “El Mayo” llama “amigo”, tiene documentados encuentros con Xóchitl Gálvez, Marko Cortés, Alejandro Moreno Cárdenas y Jesús Zambrano. Están las fotos de ellos juntos. Están los comunicados de prensa y los testimonios. Y no me extrañaría que el mismo Cuén se reuniera con Claudio X. González durante 2023 o 2024 porque el fundador de Mexicanos contra la Corrupción estuvo varias veces en Sinaloa haciendo campaña y porque el exrector era la referencia opositora allá.
Pero los medios ayudan a distorsionar la realidad: crea escenarios alternativos (Rocha) para desviar la vista de los hechos (Cuén). Eso es posverdad.
Para torcer la realidad se requieren enormes dosis de hipocresía. Hay ejemplos hermosos, hermosos, pero recurro a dos. Va el primero: Xóchitl Gálvez se dedicó durante toda la campaña a decirle a los votantes que sería la última elección libre de México. Los mexicanos no se creyeron la mentira y ella tampoco, porque en las primeras horas del lunes 3 de junio de 2024, al final de la conferencia donde por fin tiene la decencia de reconocer que perdió, se despide entre risa y risa con esta idea: “nos vemos en tres o seis años”. Es decir, nos vemos en la siguiente elección. Se necesita ser alguien sin escrúpulos y un mentiroso compulsivo para repetir y repetir que ya no habrá elecciones libres y luego reconocer, cinco minutos después, que sí las habrá y tan las habrá, que ya se anotó para dentro de tres o seis años.
Otro ejemplo, parecido. La célula extraviada del peor perredismo (el último, de hecho), que se identifica a sí mismo como Frente Cívico Nacional, aspira a fusionarse con la “Marea Rosa”, una organización que a su vez fusiona membretes de derecha y de derecha extrema con otros grupos o individuos (como Emilio Álvarez Icaza) que se dicen “de centro” y que convergen en Claudio X. González hijo. Este Frente supuestamente cívico de viejos políticos muy chamuscados intenta formar un partido el próximo año.
Durante toda la contienda electoral, esos mismos que quieren un partido para competir en elecciones gritaron que las elecciones de junio de 2024 serían las últimas libres. Xóchitl y ellos mismos fueron a Washington a denunciar a la “dictadura mexicana” y crearon cadenas de oración por el fin de la democracia. Patrañas. Hipocresía. Tan eran patrañas e hipocresía que ahora van a formar un partido para competir en las elecciones que vengan. No les importa la verdad: la distorsionan sin empacho y sin vergüenza para crear relatos que manipulen a la opinión pública.
Cabe un tercer ejemplo sobre torcer la realidad, la hipocresía y la posverdad. Es un ejemplo choncho que no puedo dejar fuera. Durante al menos cuatro meses de 2024, como usted recordará, con millones de dólares que pocos saben de dónde salieron, se financió un ataque masivo contra López Obrador y contra Sheinbaum con hashtags donde se les acusaba de ser narcotraficantes. Xóchitl Gálvez, demás, llamó a Claudia “narcocandidata” en un debate televisado.
Pues ahora que salen detalles sobre la entrega de “El Mayo” Zambada a Estados Unidos ha regresado a la opinión pública algo que se decía en Sinaloa desde hace años: que Héctor Melesio Cuén fue siempre, desde tiempo atrás, muy cercano al Cártel de Sinaloa. Nació en Badiraguato pero eso no lo hace ni narco ni criminal; simplemente lo pone cerca de la posibilidad.
Cuén estaba por asumir como Diputado federal dentro de la bancada del PRIAN. El jueves 23 de noviembre de 2023 apareció con los dirigentes nacionales del PRI, el PAN y el PRD y anunciaron, orgullosos, un acuerdo para ir juntos en las elecciones porque el exrector de la UAS además tenía su partido local. Antes de ese anuncio, Cuén mismo se encargó de difundir las distintas reuniones que sostuvo con todos ellos y, sobre todo, con “Alito” Moreno y con la misma Xóchitl Gálvez. Eso no hace narcos o criminales a “Alito”, a Xóchitl, a Marko o a Zambrano; simplemente lo pone cerca de la posibilidad. ¿Cuál posibilidad? Todas las posibilidades. Una de ellas es que el dinero del narcotráfico entrara a las campañas de la derecha. ¿Por qué no? De acuerdo con el mismo PRIAN, las organizaciones criminales buscaron meterse a los partidos y a los gobiernos, a las campañas y a las elecciones. ¿Se metieron a la campaña del PRIAN vía Melesio Cuén? No tengo un solo dato que me confirme que el Cártel de Sinaloa financió la campaña del Xóchitl Gálvez pero con menos información que esa, la misma Xóchitl Gálvez acusó al Presidente y a Sheinbaum de narcotraficantes.
El sábado que Vicente Fox citaba un relato sobre un excandidato del PRIAN y (menso-menso pero no tanto) aprovechaba para cargarle la mano a Sheinbaum, pensaba en cómo la derecha mexicana no ha podido armar un solo discurso sin basarse en el engaño, en la mentira. Es impresionante. En lo único en lo que se ancla, lo único que la mantiene más o menos cohesionada, es la mentira. Me pregunto si siempre fue así y me respondo que sí. La derecha ha engañado a millones de personas de buena voluntad durante décadas para sacarles el voto y luego dejarlas en el abandono. La derecha mexicana es una gran fábrica de engaños. Distorsiona la realidad para manipular creencias y emociones e influir con mentiras en la opinión pública.
Vean a Claudio X. González. Lo de que “López y Claudia nos quieren convertir en Venezuela” o lo de “narcopresidente” o “narcocandidata” son apenas algunos de los innumerables relatos mentirosos que ha construido, junto con su padre, en el tiempo. En los últimos meses llevó a miles de familias a marchar “contra la dictadura” argumentando que era un llamado “desde la sociedad civil” ante “el fin de la democracia”. Mentiroso. Tan mentiroso como las organizaciones que aglutina: puros membretes vacíos, humo y pantallas gigantes.
O vean a Felipe Calderón, un hijo del fraude y el engaño, declarando “la guerra contra el narco” mientras entregaba todo el poder a un narcotraficante –eso dijeron un jurado y un Juez en Brooklyn–: Genaro García Luna.
O vean a Marko Cortés, haciendo campaña con aquello de que Xóchitl no iba a desaparecer los programas sociales y luego confesando que sí, que el Estado de bienestar no es ni será parte de la doctrina del PAN.
Me pregunto cómo es que todavía existe gente que puede votar por el PAN o por el PRI, o simpatizar con Claudio X. o creer que algo bueno puede salir de ese grupo de supuestos izquierdistas que ahora buscan formar un partido; me pregunto quién retuitea a Fox o a Calderón después de la candidata de las mentiras y ellos mismos han contado tantas ídem para tratar de recuperar el poder. Y me respondo: o es gente que sigue engañada, o es gente tan mentirosa como ellos.
@paezvarela