La columna de Blanca Lilia Ibarra Cadena
El concepto de gobernanza del internet fue discutido por la comunidad global, por primera vez, durante la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información que se celebró en dos ediciones: en Ginebra en 2003 y en Túnez en 2005.
Este concepto que abarcó la identificación de las funciones y responsabilidades de cada grupo de interés, hizo hincapié́ en la importancia de la colaboración social en la búsqueda de soluciones que beneficien el crecimiento y el desarrollo de Internet, destacando que la gestión debería ser multilateral, transparente y democrática, es decir, la gobernanza debía hacerse con la plena participación de los actores involucrados para garantizar una distribución equitativa de los recursos, facilitar el acceso de todos los actores y garantizar un funcionamiento estable y seguro de Internet, tomando en consideración el multilingüismo.
Lo anterior, surge de un debate centrado en la dificultad para garantizar la naturaleza de ese espacio como plataforma global confiable para la innovación, la creatividad y la libertad de expresión. Una dificultad transversal que converge con múltiples desafíos que abarcan el concepto de gobernanza en internet, en donde podemos ubicar su notable crecimiento que incluye la innovación, el uso y aprovechamiento de las herramientas que permite generar nuevas aplicaciones sin tener que obtener la aprobación de una autoridad central.
Es ese mismo contexto, es en el que hoy se desarrolla la inteligencia artificial, una tecnología que ha surgido al margen del concepto de gobernanza en internet, al no presentar mecanismos o normativas que no restringen ni regulan la capacidad de los individuos y las organizaciones para crear y utilizar nuevos estándares, aplicaciones o servicios mediante esa tecnología.
Con ello, nace la necesidad de establecer un marco normativo que aborde aspectos tales como la privacidad, la seguridad, la neutralidad de la red y la propiedad intelectual. Aspectos que deben ser reforzados con la integración de la ética y el uso y desarrollo responsable enfocado en el beneficio de la sociedad, aspectos que quedan al margen de una regulación que pudiera ser restrictiva por la naturaleza de la propia gobernanza.
Es decir que podemos identificar la gobernanza de la inteligencia artificial (IA) como un concepto que concatena la gobernanza del internet en una tecnología especifica – la IA-. Esto surge por los defectos inherentes derivados del elemento humano en la creación y el mantenimiento de la IA, ya que su concepción está en constante aprendizaje, lo que la vuelve susceptible a sesgos, errores y mal uso, elementos que requieren ser contenidos para evitar acciones erróneas o perjudiciales a terceros.
Para cumplir ese objetivo, se requiere de la supervisión, evaluación y actualización de algoritmos de aprendizaje automático que puede ofrecer la gobernanza, siempre y cuando se actúe sin limitar las garantías de los desarrolladores y la libertad de expresión. Sin duda, un tema que debe ser atendido por quienes intervienen en el desarrollo y aprovechamiento de las tecnologías, estableciendo un marco que no limite el uso de internet, pero que establezca alcances y principios que deben ser claros para todos: ética, responsabilidad y transparencia en el centro para garantizar un uso que no afecte a terceros.
Aún existe un largo trayecto por recorrer y actividades por definir para garantizar que se mantenga la neutralidad en internet al utilizar tecnologías que la aprovechan. La IA resulta difícil de restringir, y tratarla de gobernar se presenta como uno de los desafíos más difíciles que la comunidad internacional tendrá que afrontar en los próximos años.
@bl_ibarra