iPhone 16 y PS5 Pro ¿Innovación tecnológica o estrategias de mercado?

iPhone 16 y PS5 Pro ¿Innovación tecnológica o estrategias de mercado?
Carlos Miguel Ramos Linares
Ecosistema digital

Ecosistema Digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares

El reciente lanzamiento de productos por parte de Apple y Sony no solo marca la llegada de nuevas versiones de dispositivos icónicos como el iPhone 16 y la PS5 Pro, sino que también levanta una pregunta inevitable: ¿estamos ante verdaderas innovaciones tecnológicas o simplemente estrategias de marketing camufladas bajo funciones aparentemente nuevas?

Apple ha hecho su ya clásica presentación, con bombos y platillos, del iPhone 16, un dispositivo que promete centrarse en la inteligencia artificial generativa. Sin embargo, pese a la inclusión de mejoras en la cámara y algunos retoques en Siri, las actualizaciones parecen ser incrementales, dejando a muchos preguntándose si estas justificaciones son suficientes para que los usuarios finalmente decidan reemplazar sus iPhones de hace cuatro años. La realidad es que, para la mayoría de los usuarios, las capacidades actuales del iPhone (incluso en modelos anteriores) son más que suficientes, y las nuevas funciones, aunque interesantes, no representan una revolución. Es claro que Apple está apostando a que su base de clientes se sentirá presionada por las tendencias, más que por la necesidad real.

Por otro lado, la presentación de Sony de su PS5 Pro parece seguir una estrategia similar. Con un precio superior al de la PS5 estándar, la versión Pro llega con mejoras en potencia, pero su promesa principal, "la consola más potente que hemos construido", se percibe más como una declaración de marketing que como un cambio necesario para la experiencia del usuario. La PS5 Pro es compatible con los juegos de la PS5 original, lo que indica que las mejoras en rendimiento gráfico o en ray-tracing beneficiarán principalmente a los jugadores más entusiastas y a los interesados en los últimos títulos AAA. Pero, para el grueso de los consumidores, las diferencias serán apenas perceptibles.

Apple se enfrenta a una realidad: alrededor de 300 millones de usuarios no han actualizado sus dispositivos en más de cuatro años. Y no es por falta de dinero, sino porque, a pesar de las pequeñas mejoras, las funciones ofrecidas en cada nueva generación no parecen justificar la inversión. La inteligencia artificial generativa, que ahora podrá crear texto e imágenes, suena futurista, pero en la práctica, ¿cuántos realmente la usarán de forma cotidiana? Y lo mismo aplica para el PS5 Pro de Sony: las mejoras en velocidad y gráficos son atractivas, pero la pregunta sigue siendo si estas justificaciones son suficientes para convencer a los actuales propietarios de una PS5 de que hagan el cambio.

La resistencia de los consumidores al cambio se debe, en gran parte, a que los avances tecnológicos ya no tienen el mismo impacto transformador que solían tener. Las mejoras en resolución, velocidad o capacidad de procesamiento ya han llegado a un punto donde el ojo y la experiencia humana difícilmente pueden percibir diferencias significativas. El resultado es que las actualizaciones tecnológicas de hoy, con frecuencia, parecen más una estrategia comercial que una verdadera respuesta a necesidades del mercado.

Si bie,n tanto Apple como Sony continúan liderando sus respectivos mercados, el desafío para estas compañías radica en cómo seguir vendiendo productos a un público que está cada vez más consciente de que el ciclo de actualización no siempre trae consigo un valor proporcional al gasto. La PS5 Pro y el iPhone 16 Pro son, sin duda, avances tecnológicamente competentes, pero también son una señal de que las empresas están buscando cada vez más formas de convencer al público de que la novedad es sinónimo de necesidad.

@cm_ramosinares