Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
El proceso de transición entre gobiernos se convierte en un momento crítico para cualquier democracia. Se trata del punto de quiebre entre logros y fallas de las administraciones salientes, y se comienza a percibir lo que será el sello distintivo de las administraciones entrantes.
El traspaso de poder implica más que sólo cambiar a las personas en posiciones clave; es una reorganización del rumbo político, de las prioridades y, en muchas ocasiones, de las estrategias para enfrentar los problemas más urgentes. En este contexto, temas como inseguridad o la precariedad en diversos servicios públicos, se convierten en indicadores clave para la ciudadanía.
Por ejemplo, en Huejotzingo; pese a que está de manteles largos por la Feria de la Sidra que se celebra el próximo 29 de septiembre, a la administración saliente no le inmutó el deterioro de la infraestructura urbana. Las vialidades principales, que son un acceso cotidiano al municipio, están llenas de baches.
Los baches son un reflejo claro de la inversión o falta de atención al mantenimiento del municipio, un servicio básico que suele ser un termómetro del compromiso con el bienestar diario de los ciudadanos. Sin embargo, para la administración local, los baches debe ser lo de menos cuando enfrenta una crisis derivada del feminicidio de la menor Alison Amayrani.
Feminicidios y la deuda histórica
Uno de los puntos más delicados en la transición de gobiernos, sobre todo en un contexto macro como Latinoamérica, es la crisis de feminicidios. En este campo, el gobierno saliente deja una pesada carga que el nuevo deberá asumir, no solo en términos de justicia, sino de políticas de prevención y protección para las mujeres. Las cifras de feminicidios son un reflejo del fracaso sistémico de los gobiernos en crear ambientes seguros para las mujeres. Para la administración entrante, no solo se trata de cambiar de discurso o de personas en puestos clave, sino hacer valer la ley y la justicia a partir de brindar diferentes mecanismos de protección.
Sin duda, la seguridad es uno de los temas más complejos en la transición entre gobiernos. Generalmente, los primeros meses de una nueva administración se ven marcados por una tendencia al alza en la violencia, pues el crimen aprovechan la falta de continuidad en las estrategias de seguridad, es decir; los cambios en ocasiones generan vacíos de poder.
Por un lado, la administración saliente tiende a ser criticada por su fracaso en garantizar la seguridad, mientras que el nuevo gobierno carga con la presión de producir resultados inmediatos. Sin embargo, cualquier plan de seguridad efectivo requiere tiempo y una ejecución sostenida, algo que los ciclos políticos no siempre permiten por el clásico: “ya lo verá la siguiente administración”.
La transición de gobierno es un proceso lleno de expectativas y tensiones. Para la ciudadanía, el cambio genera esperanza, pero también incertidumbre, y muchas veces los problemas que se enfrentan no son resueltos de manera inmediata, ni con simples modificaciones administrativas.
@cm_ramoslinares