Ecosistema Digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
En un mundo donde la comunicación digital es prácticamente indispensable, WhatsApp anuncia que podría dejar de funcionar en ciertos modelos de iPhone a partir de mayo de 2025. Aunque la empresa no lo ha oficializado, fuentes como WaBetaInfo aseguran que dispositivos como el iPhone 5s, 6 y 6 Plus, incapaces de actualizarse a iOS 15.1, serán los afectados. Sin embargo, la realidad va más allá de una mera actualización técnica: esto habla del sistema de obsolescencia programada que rige la tecnología moderna.
El avance tecnológico, aunque necesario, parece obedecer cada vez más a un ciclo de consumo insaciable. ¿Realmente es indispensable dejar de brindar soporte a modelos que funcionan perfectamente para la mayoría de tareas diarias? Según la página oficial de WhatsApp en la App Store, el servicio aún es compatible con dispositivos que ejecuten iOS 12.0 o versiones posteriores. Entonces, ¿por qué el apremio de excluir a miles de usuarios?
La respuesta parece estar en el incentivo al consumo. Cambiar de dispositivo se presenta como la solución más “eficiente” para quienes posean un modelo antiguo. Esto no solo resulta en un gasto económico considerable, sino que también genera un impacto ambiental innegable. Mientras tanto, los usuarios se ven atrapados entre la necesidad de estar conectados y la imposibilidad de actualizar un software que se vuelve incompatible casi por diseño.
Para quienes no puedan o no quieran adquirir un nuevo dispositivo, las opciones no son muchas. Realizar una copia de seguridad de las conversaciones y explorar alternativas como Telegram pueden ser un paliativo temporal, pero no solucionan el problema de fondo: la dependencia a un sistema que margina a quienes no pueden seguir el ritmo de sus exigencias.
La lección aquí no es solo tecnológica, sino también social. En la era de la hiperconexión, deberíamos cuestionar si estamos priorizando la innovación o perpetuando un ciclo de consumo que excluye a millones. Tal vez sea hora de exigir tecnologías más inclusivas, duraderas y responsables con el planeta. Porque al final, la obsolescencia no debería ser programada, ni mucho menos inevitable.
Este episodio con WhatsApp y los iPhones más antiguos no es un caso aislado. Representa un patrón más amplio en la industria tecnológica, donde los fabricantes y desarrolladores de software deciden los límites de la vida útil de los dispositivos.
¿Cómo llegamos a aceptar que un aparato que hace pocos años era considerado “revolucionario” sea ahora catalogado como “obsoleto”? El discurso de la innovación constante es una espada de doble filo: por un lado, impulsa avances impresionantes; por otro, nos empuja a una rueda de consumo perpetuo.
La narrativa oficial nos dice que estas decisiones se toman para mejorar la experiencia del usuario, garantizar la seguridad y mantener la funcionalidad óptima. Pero rara vez se cuestiona si estos cambios son realmente necesarios para todos.
Muchos usuarios utilizan sus dispositivos para tareas básicas: mensajería, llamadas, navegación web. Para estas actividades, un iPhone 6 sigue siendo perfectamente capaz. Entonces, ¿por qué forzar el cambio?
@cm_ramoslinares