Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
La reciente conversación entre Elon Musk y Donald Trump en X, es un ejemplo claro de cómo la política contemporánea se desarrolla en un entorno digital profundamente afectado por la posverdad. La charla, marcada por problemas técnicos y la subsecuente disminución de la audiencia, refleja no solo la fragilidad de las plataformas tecnológicas en situaciones de alto tráfico, sino también la estrategia política de Trump y su habilidad para manipular la información en su favor.
La posverdad, donde las emociones, creencias o prejuicios personales importan más que los hechos objetivos, se ha convertido en una herramienta fundamental en el arsenal de Trump. Durante la conversación, se repitieron numerosas afirmaciones falsas y exageraciones sin que Musk, en su rol de anfitrión, ofreciera contrapeso alguno. Este tipo de encuentros, en los que las plataformas digitales se utilizan para amplificar mensajes sesgados y a menudo falsos, subraya un cambio significativo en cómo se consume la información política.
Musk, por su parte, parece haber adoptado una postura de complacencia, permitiendo que Trump domine la narrativa sin cuestionar la veracidad de sus afirmaciones. En lugar de ser un espacio para el debate informado, X se convierte en un eco de las ideas de Trump, reforzando la desinformación y polarización.
El hecho de que la plataforma no lograra soportar los ocho millones previstos de la “entrevista”, es indicativo de que a pesar de la maquinaria propagandística, hay límites en la capacidad de estas figuras para movilizar a las masas en plataformas digitales, al final un total de 27 millones de usuarios vieron la transmisión. Sin embargo, la conversación logró alcanzar a más de dos millones de personas, antes de caerse la transmisión, exponiéndolas a un torrente de desinformación y verdades a medias. Esta es una estrategia peligrosa en una era donde la confianza en los medios tradicionales está en declive, y donde las plataformas digitales han tomado un rol central en la formación de la opinión pública.
Es alarmante que Musk, quien también es un influyente actor en la industria tecnológica, no haya sentido la necesidad de ofrecer un contrapeso o siquiera un cuestionamiento ante las afirmaciones de Trump, especialmente en temas tan críticos como la inmigración y el cambio climático. En lugar de un intercambio de ideas, lo que presenciamos fue una reafirmación de narrativas que no solo son cuestionables, sino que pueden ser activamente dañinas.
En resumen, esta conversación es un microcosmos de la política de la posverdad en la era digital. Es un recordatorio de que las plataformas tecnológicas, en su búsqueda de influencia y relevancia, corren el riesgo de convertirse en cómplices de la desinformación. Como sociedad, debemos ser conscientes de estas dinámicas y exigir una mayor responsabilidad tanto de los actores políticos como de las plataformas que les dan voz.
En esta charla en X, vimos cómo se reitera una narrativa que ha sido desmentida por hechos verificables. Sin embargo, la falta de cuestionamiento refuerza la idea de que, en este entorno digital, las verdades incómodas pueden ser fácilmente reemplazadas por versiones más convenientes de la realidad.
@cm_ramoslinares