Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
Diversos sitios tanto prorrusos como estadounidenses que promueven bulos digitales o desinformación comparten una misma estrategia: la manipulación de narrativas. Esta manipulación implica seleccionar, distorsionar o incluso inventar hechos para presentar una versión particular de la realidad que apoye sus respectivos intereses. Por ejemplo, un sitio de información pueden tomar un hecho verídico y descontextualizarlo, amplificándolo o minimizándolo según lo requiera su narrativa.
En el vasto universo digital y tras aproximarse las elecciones en Estados Unidos, se ha vertido una notable capacidad para utilizar las redes sociales y otros medios digitales con el fin de influir en la opinión pública, a menudo recurriendo a tácticas de desinformación. Aunque aparentemente operan en diferentes contextos geopolíticos y con objetivos distintos, las estrategias que emplean comparten muchas similitudes en términos de técnicas, objetivos y efectos. Analizar estos paralelismos revela cómo, independientemente del origen, la desinformación se ha convertido en una herramienta poderosa en la batalla por el control de las narrativas globales, sobretodo en contextos electorales.
En el caso de los sitios prorrusos, el objetivo puede ser desacreditar a Occidente, dividir a las sociedades democráticas o fortalecer la imagen de Rusia en el escenario internacional. Por su parte, algunos sitios estadounidenses pueden estar motivados por intereses políticos internos, promoviendo narrativas que polaricen a la sociedad, generen desconfianza en las instituciones o influyan en procesos electorales. En ambos casos, la verdad se convierte en un instrumento maleable, utilizado para moldear la percepción pública y avanzar en una agenda específica. Tanto los sitios prorrusos como los estadounidenses explotan los algoritmos de estas plataformas para maximizar el alcance de sus mensajes. Utilizan técnicas como el clickbait para atraer la atención y provocar emociones fuertes, lo que a su vez aumenta la probabilidad de que sus contenidos se vuelvan virales.
Una de las características principales en la era de la posverdad es la reafirmación del prejuicio. Al dirigirse a audiencias específicas con contenido diseñado para resonar con sus creencias preexistentes, estos sitios logran no solo difundir desinformación, sino también consolidar y profundizar las divisiones sociales. Este enfoque se ve en ambos lados, ya sea en la promoción de narrativas antioccidentales por parte de los sitios prorrusos o en la exacerbación de tensiones raciales y culturales por parte de algunos sitios estadounidenses.
Otra táctica compartida es la legitimación de su contenido a través de la presentación de "fuentes alternativas" o la creación de un ecosistema informativo paralelo que refuerza sus narrativas. Tanto los sitios prorrusos como ciertos sitios estadounidenses crean o apoyan redes de medios afines que repiten y amplifican sus mensajes, dando la impresión de que existen múltiples fuentes independientes que confirman la misma historia. Esta estrategia no solo refuerza la credibilidad percibida de sus narrativas, sino que también dificulta la tarea de quienes intentan desacreditar o refutar la desinformación.