Vidas cambiadas

Vidas cambiadas
Antonio Abascal
Juegos Olímpicos Deportes

El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal

Cuando se habla de las virtudes del deporte algunas de las más repetidas son la superación de los límites, el compañerismo, la perseverancia, la autodisciplina, la tolerancia a la frustración, la socialización y el trabajo en equipo entre otras; si consideramos estas virtudes como las esenciales llegaremos a la conclusión que estamos por vivir una serie de días en las que estaremos ante atletas que personifican cada una de estas virtudes y muchas otras: Por primera vez en la historia, Francia albergará los Juegos Paralímpicos a pesar de que París ya había recibido en dos ocasiones previas los Juegos Olímpicos en 1900 y 1924. La fiesta que está a punto de arrancar a partir del próximo 28 de agosto será la más grande para este tipo de acontecimientos: 4,400 atletas, 185 comités paralímpicos nacionales incluyendo al de refugiados, 22 disciplinas deportivas, once días de competencia, 549 eventos deportivos y 3.4 millones de espectadores.

Un doctor nacido en Alemania de ascendencia judía tuvo que emprender un largo viaje primero para convencerse del poderío nazi y luego para dejar su lugar de origen llegando a Inglaterra donde profundizó en su idea de integrar a los pacientes con lesiones espinales como miembros útiles para la sociedad. Ludwig Guttmann era el neurocirujano más importante de Alemania, pero las restricciones para que los judíos pudieran ejercer su profesión lo fueron orillando poco a poco ya que llegó a ser el Presidente de la comunidad médica judía y era el director de los departamentos de Neurología y Neurocirugía del Hospital judío de Breslau; en septiembre de 1938 la Gestapo le ordenó no atender a personas que no fueran judías.

La noche de los cristales rotos fue un punto de inflexión ya que Guttmann dio la orden de atender a todas las personas que lo necesitaran, al día siguiente tuvo que justificar su decisión ante la misma Gestapo analizando caso por caso, de sesenta y cuatro personas, sesenta lograron evitar la detención y la deportación a un campo de concentración, sin embargo, ese fue el momento que lo convenció de abandonar Alemania ya que antes se había negado pensando que el régimen iba a tener una vida corta. Tuvo algo de suerte ya que como todos los judíos no tenía pasaporte, que había sido confiscado, pero en diciembre de ese mismo año, el ministro de asuntos exteriores, Joachim von Ribbentrop le ordenó viajar a Portugal para atender a un amigo del dictador de ese país, Antonio de Oliveira, en el viaje de regreso se le autorizó pasar por Inglaterra lo que aprovechó para pedir ayuda al Consejo de Asistencia para refugiados académicos, organismo que consiguió los visados para Guttmann, su esposa y sus dos hijos, así como una beca de 250 libras para el sostenimiento de la familia.

La tasa de mortalidad de la paraplejia por traumatismo en los ejércitos británico y estadounidense tras la I Guerra Mundial era del 80% y los pocos sobrevivientes sufrían una mala calidad de vida, la esperanza de vida era de sólo tres meses a partir de la herida. En 1941, Guttmann presentó un estudio sobre el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes con heridas de médula espinal, como resultado se decidió la creación de un centro especializado que se abrió el 1 de febrero de 1944 bajo su dirección en Stoke Mandeville, este hospital especializado abrió con veintiséis camas y aunque estaba concebido para militares aceptó algunos civiles. De inmediato trabajó en su idea de reintegrarlos a la sociedad y se apoyó en el deporte por su ayuda física para restaurar la fuerza, coordinación, rapidez y resistencia de la persona discapacitada.

Observó que algunos pacientes contaban con un disco de hockey y usaban bastones como palos para empujarlo, lo conocían como polo de silla de ruedas, pero resultaba peligroso para su integridad, por lo que lo sustituyó por baloncesto, tiro con arco, lanzamiento de jabalina y billar. El 29 de julio de 1948, el mismo día de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, Guttmann organizó la primera actividad deportiva más allá de los residentes de su hospital al invitar al equipo de pacientes de Richmond a competir en tiro con arco y lanzamiento de jabalina, participaron dieciséis personas entre ellas dos mujeres, fueron los primeros juegos de Stoke Mandeville; un año más tarde acudieron 37 deportistas de seis hospitales, momento donde Guttmann (ya con nacionalidad británica) dejó en claro la necesidad de crear un movimiento como el olímpico. Para 1951 la competencia incluía ya a cuatro deportes, recibía a 126 participantes de once hospitales y en 1952 se vivió la primera edición internacional con la presencia de Países Bajos, siete años más tarde, en 1959 ya eran 360 competidores de veinte países.

Por ello, en 1960, Roma decidió no sólo recibir los Juegos Olímpicos, sino los de Stoke Mandeville, que por primera vez fueron llamados paralímpicos con la presencia de cuatrocientos deportistas y veintitrés países, pese a lo cual no hubo eco en las futuras sedes ya que, por ejemplo, México no los pudo realizar y tampoco se logró consolidar un Comité a la usanza del Olímpico.

Cabe destacar que antes de la idea de Guttmann, un atleta con una pierna amputada tras sufrir el atropellamiento de un tren ya había competido en unos Juegos Olímpicos: George Eyser nacido en el Imperio alemán pero que al emigrar a Estados Unidos a los catorce años representó a la Unión Americana en San Luis 1904 ganó oro en salto de caballo, las barras paralelas y una prueba que se verificaba como escalar la cuerda, sumó plata en caballo con aros, en el all around de cuatro pruebas y bronce en la barra horizontal. En Londres 48 y Helsinki 52 el húngaro Karoly Takacs quien había sufrido la amputación de su brazo derecho ya que cuando servía en el ejército una granada le explotó en la mano derecha pudo participar, cuando llegó a los juegos olímpicos en la prueba de pistola en la modalidad rápida, el campeón del mundo Carlos Enrique Díaz Saenz Valiente, de Argentina, le preguntó qué hacía en los olímpicos y Takacs contestó que había ido a aprender, ya en la justa el húngaro se llevó la medalla de oro con nueva marca mundial, en la ceremonia de premiación, Díaz Saenz Valiente le volvió a comentar: “Has aprendido lo suficiente”; cuatro años más tarde, Takacs refrendó su campeonato olímpico.

Una historia poderosa se escribió en Helsinki 52 a través de la danesa Lis Hartel quien una vez que las mujeres civiles recibieron la aprobación para participar en el dressage de la hípica fue una de las primeras ya que anteriormente las pruebas de esta disciplina estaban reservadas para militares. Ella había sido entrenada por su madre y a los veinte años ya había ganado los campeonatos daneses de doma clásica, pero todo cambió a sus veintitrés años cuando estaba embarazada de su segundo hijo ya que contrajo poliomelitis, Hartel necesitó de tratamientos especiales para recuperar la movilidad en sus piernas, pero de las rodillas para bajo nunca lo logró con lo que su futuro deportivo parecía haber llegado a su fin.

Aprendió a controlar a su caballo, Jubilée, con el peso de su cuerpo y así se ganó su boleto a Helsinki 52 donde ya con 31 años obtuvo la medalla de plata sólo por debajo del sueco Henri Saint Cyr, superando al francés André René Jousseaume quien se quedó con la medalla de bronce; en los juegos de 1956 en los que las pruebas ecuestres se llevaron a cabo en Estocolmo y no en la sede general, Melbourne, Hartel repitió la medalla de plata en un pódium que casi se calcó ya que Saint Cyr logró el bicampeonato, pero el tercer lugar fue para otra dama, Liselott Lisenhoff del equipo alemán unificado.

Tras los juegos de Roma, Tokio también albergó tanto olímpicos como paralímpicos; en 1964 acudieron 390 deportistas de veintidós delegaciones en nueve disciplinas deportivas. México no pudo recibir los juegos paralímpicos por dificultades administrativas por lo que Israel pidió la sede a la Federación de Deportes sobre silla de ruedas de Stoke Mandeville para celebrar el vigésimo aniversario de su independencia, ahí ya hubo 750 deportistas de veintinueve naciones en diez disciplinas deportivas y la apertura del baloncesto femenil. A partir de ese momento, los juegos sí celebraron en el país que recibía los Olímpicos, pero no en la misma ciudad: Heidelberg en 1972 con mil deportistas de 44 naciones y diez disciplinas deportivas; Toronto en 1976 con mil seiscientos deportistas, con 42 naciones ya que varias declinaron por la participación de la Sudáfrica del apartheid, pese a ello resultaron muy importantes porque ya hubo presencia femenina en una mayor cantidad (253), y se aceptaron por primera vez deportistas amputados (261) y con baja visión (187), se creció a trece disciplinas, se rompieron 150 récords paralímpicos y 103 mundiales.

La URSS no acogió los juegos de 1980 por lo que Arnhem, Holanda los recibió con la participación de 42 naciones y 2500 deportistas entre ellos los de parálisis cerebral, se incorporó el voleibol sentado y el goalball fue aceptado definitivamente en el programa; para 1984 Nueva York albergó las competencias para amputados, ciegos y de baja visión.

Todo cambió a partir de Seúl 88 ya que la capital sudcoreana pudo organizar los olímpicos y los paralímpicos, construyó una villa paralímpica, recibió a más de tres mil deportistas de 62 delegaciones, pero sobre todo se consiguió que se usaran las mismas instalaciones que habían albergado los juegos olímpicos. El periodo entre Seúl 88 y Barcelona 92 fue clave ya que en 1989 se creó por fin el Comité Paralímpico Internacional que congrega a 176 comités paralímpicos nacionales a la par de tener coordinación con el COI lo que ha permitido seguir derribando puertas. Robert Steadward de Canadá fue su primer Presidente de 1989 a 2001, el británico Phillip Craven estuvo en el cargo de 2001 a 2017 y el brasileño Andrew Parsons tomó la estafeta en ese 2017 hasta la fecha. Los juegos paralímpicos de Barcelona significaron la masificación por la gran entrada para las ceremonias de inauguración y clausura.