Historias de un joven reportero por Gerardo Ruiz
No es que Nay Salvatori sea la primera o la única poblana es hacer una broma o burlarse sobre la muy lamentable crisis de seguridad que azota a la entidad.
Tampoco es que la candidata a diputada local por el Distrito 18, de San Pedro Cholula, intente –como es idiosincrasia del mexicano– reírse de las tragedias y hacer chiste las principales carencias y problemas de nuestro país.
En México, entre risas y canciones, nos burlamos de las pandemias, de los sismos, de nuestra gobernantes, de nuestras inundaciones y hasta de la muerte.
Precisamente, la relación tragicómica con la muerte es el mejor ejemplo. Novelas tan significativas como El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz, describen ese culto a la muerte como dadora de vida.
"Irremediablemente te vas a morir. Alguien te va a dar esa noticia. Pero mientras, le mientas la madre a la muerte", resume el periodista y conductor de televisión y radio Víctor Trujillo, quien a través del famoso Payaso Brozo se burla, entre sátiras y risas, de nuestros políticos.
“Canta y no llores”, reza el coro de Cielito Lindo después de afirmar que “cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”.
¿Cuántos ‘standuperos’ no han ocupado el tema de los asaltos al transeúnte, en el transporte público y a vehículos para nutrir sus rutinas de comedia que hacen llorar de risa a sus audiencias?
El ingenioso Carlos Vallarta es el ejemplo perfecto de que la pobreza, la inseguridad, el clasismo y hasta el aborto pueden servir para contar un chiste.
De forma más reciente, los cartones políticos publicados en periódicos y revista proAMLO y en contra del tabasqueño han cobrado un nuevo boom en este sexenio para ridiculizar al presidente de México y también a los cuadros opositores de mayor importancia.
Sin embargo, en todo esto existe un factor común: en ninguno de los ejemplos antes citados sus protagonistas buscan un cargo de elección popular como sí lo hace Salvatori Bojalil, quien aspira a ocupar una curul en el Congreso del estado por un distrito, el que incluye las dos Cholulas, Coronango y Cuautlancingo, que tiene como principal problema la inseguridad.
La apología del delito jamás será bien vista si quien la hace pertenece al círculo rojo o busca vivir del erario.
México es un país que sexenio a sexenio las cifras de asesinatos crecen de manera significativa.
Ni qué decir de los feminicidios.
La lucha contra el crimen organizado ha rebasado a los gobiernos federal, estatales y municipales.
La narcocultura entre los mexicanos es cada vez más frecuente y peligrosa.
Sí, Nay Salvatori se equivocó al grabar un video haciendo una parodia de los asaltos en el transporte público.
Tampoco es que esta sea la primera vez que la morenista realiza contenido de ese tipo en el que utiliza ciertos problemas sociales para darse a notar.
En el pasado ya lo hizo con el montaje de un supuesto ataque, que resulto un montaje, en las calles de Cholula al ser manchada con harina mientras realizaba un recorrido de campaña en el 2021.
O cómo olvidar el tiktok que grabó en el Pleno de la Cámara de Diputados sobre un trend que consistía en hacer la mímica de una balacera al sostener una ametralladora.
Insisto, Nay siempre ha hecho este tipo de contenido, pero lo que ahora le falló es que se vive una elección presidencial en la que el país y los electores están más que polarizados.
Cualquier error –y el de la candidata de Morena fue uno muy grande– será ocupado en contra del abanderado en cuestión y de su partido.
A Nay Salvatori, otra vez, las redes sociales le jugaron en contra.
También se debe señalar que en estas campañas, más que en cualquier otra, la hipocresía es un factor común.
Nadie está libre de pecado para aventar la primera piedra.
El estado de alerta permanente en el que vive el país no está para bromas ni chistes.
La indolencia de la inseguridad en Puebla no debe convertirse en contenido para redes sociales.
Qué nivel tan paupérrimo de campañas estamos viendo.
Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
