Máscaras escribe Jesús Olmos
Suelen las instituciones privadas de Educación Superior en el país tener un doble rasero sobre lo que ocurre al exterior y al interior de sus instalaciones académicas.
Eso ocurre igual en los campus de la Ciudad de México, que los ubicados en Monterrey, Guadalajara o Querétaro, o en los que se encuentran en la capital poblana.
Ha ocurrido con manifestaciones contra un candidato presidencial en la Ibero, como con los tendederos en la ITAM, con los perfiles violentos de alumnos en la Anáhuac, con las cátedras contra el aborto y las ponencias contra las Reformas sobre las Afores y al Poder Judicial, además de las críticas sesgadas a lo que ocurre en países como Venezuela o Palestina.
Un caso de esta semana exhibe en ese tenor a la Universidad Popular Autónoma de Puebla, una institución que al exterior es una férrea defensora de las que consideran “las mejores causas”, mientras que en el interior reprimen cualquier expresión de defensa a causas valiosas para su alumnado.
El pasado martes, un grupo de estudiantes de la Facultad de Medicina de la UPAEP se manifestó pacíficamente en las instalaciones del campus central ubicado en el Barrio de Santiago. El tema fue nota en una enorme cantidad de medios de comunicación de la ciudad, cosa que no gustó entre los directivos de esta escuela del ámbito privado.
La manifestación se produjo a partir del despido de miembros de la plantilla académica, además de algunos cambios en las formas de evaluar, sin consultar o informar con anticipación al alumnado.
El tema escaló cuando las autoridades universitarias realizaron una serie de amagos, amenazas y presiones contra el alumnado con la finalidad de liberar a la brevedad el acceso en el que se realizó la manifestación.
Desde las solicitudes de matrícula, la advertencia con llamarle a la Policía, una insistencia con asuntos de índole legal, el retiro de la educación universitaria y hasta malos tratos, fue la gota que derramó el vaso en una escuela que no disimula sus vínculos eclesiásticos y con la derecha partidista.
De hecho, es la misma Universidad Popular Autónoma de Puebla la que habla de que “sin ciudadanos con pensamiento crítico, no hay democracia”, pero que al interior reprime y acota los derechos a la libre manifestación de las ideas al asumirse como un espacio de índole privado.
Vale la pena recordar que es lo mismo que ocurrió hace unos años con las denuncias por presunto acoso en contra de alumnas de la Facultad de Derecho de la misma universidad, en donde se reveló una serie de nombres de personajes que habrían sido protegidos por el abogado Matías Rivero, quien poco después saltó a la política y en unos días culminará su encargo como titular de la Secretaría de Bienestar municipal.
Por todo ello, se vuelve fundamental no dejar pasar las denuncias que se han vertido en contra de directivos de esta casa de estudios bajo la tutela de Emilio Baños, quien está llamado a cuentas por lo que ocurre tras el velo de su gestión, ampliamente vinculada con la organización internacional “El Yunque” y con el Partido Acción Nacional (PAN) a nivel local y nacional.
@Olmosarcos_