Máscaras escribe Jesús Olmos
El retiro para un animal político como Andrés Manuel López Obrador, supondrá muy seguramente, el nacimiento del mito.
En las redes, los espacios de opinión, la prensa escrita y en las mesas de café, se atiborran los análisis sobre lo que hizo AMLO, lo que fue a lo largo de su vida, su presidencia y hacia dónde va el país tras su sexenio.
En casi todos ellos, se pinta a AMLO en solo dos colores, el blanco y el negro. A López Obrador se volvió dificilísimo verlo en tonalidades, en colores y vestido de ropa del diario.
Sus seguidores le ven con un halo de santidad, un hombre que para retirarse regaló todas sus cosas, rifó su reloj, se quedó sin un solo traje y que se irá a una finca a vivir como un ermitaño que dejó un legado de 35 millones de votos al país.
Sus críticos por el contrario, verán al AMLO que devora opositores, el que con una mano destruye lo que toca y el que con su aliento lanza llamas que atizan el clamor de sus seguidores alienados
Pocos verán de sus aciertos y desaciertos en perspectiva, para así alcanzar a ver el mapa completo de lo que un presidente como él, tan diferente a lo que ha tenido el país, deja como legado para las siguientes generaciones.
Quién esto escribe siempre ha visto en la politización masiva de la gente como el primer y más grande logro del obradorismo.
Tras años de movilizaciones, marchas, plantones e inconformidades expresadas de manera pacífica, AMLO le mostró al país que lo primero es visibilizar los problemas para luego buscar el poder para resolverlos.
AMLO fue reclutando inconformes y uniéndolos en una sola idea: la política no es solo para los políticos y es para todo aquel que quiera tomar las riendas de su destino.
Ahí, el legado de AMLO se vuelve mayúsculo, hasta el punto en el que sus opositores terminaron saliendo a las calles a hacerse visibles, a mostrar sus inconformidades siguiendo el manual de la larga carrera de López Obrador, como si de una enciclopedia especializada se tratará.
Pero AMLO no solo tuvo aciertos, sino también muchos errores, miles de ellos cometidos a lo largo de las mañaneras de su sexenio.
López Obrador se hizo del monopolio del debate público, concentró hasta el cansancio vaguedades usando en exceso las generalizaciones, tuvo una enorme cantidad de errores no aceptados y de ataques que terminaron por confundir hasta a su propio electorado.
Lo peor, es que todas esas muestras de insensibilidad, de omitir al oponente o de adjetivizar a cualquier forma de oposición a sus ideas podría generar una reacción opuesta.
La gigantesca popularidad y el minúsculo daño que le causaron sus oponentes, no solo tuvo raíz en las ideas y el carisma promovidos por el primer presidente de izquierda, también fue derivado de un fortalecimiento (vacuna) de sus opositores por años y años de ataques sin cuartel.
Por ello no extrañaría, que al igual que sus adversarios políticos lo fortalecieron hasta el cansancio, sea el propio AMLO el responsable del surgimiento y consolidación de grupos de ultraderecha en el país, como una respuesta a las ideas esparcidas por el hombre que entregó la Banda Presidencial a una mujer, por primera vez en la historia.
@Olmosarcos_