¿El “Don Beltrone” de la 4T?

¿El “Don Beltrone” de la 4T?
Jesús Olmos
Máscaras Adán Augusto López Hernández

Máscaras escribe Jesús Olmos

No le debe gustar que lo critiquen o lo cuestionen, porque las palabras que lo pronuncian no alcanzan a medir la estatura de sus aspiraciones.

No le debe gustar que le tomen fotografías, porque lo que debe hacer para confirmar su sitio en la política mexicana no debe ver la luz, debe quedarse en las sombras.

Solo le debe gustar que lo escuchen, porque sabe que mientras más curte, cuece y cocina, sus palabras más valen. Conoce el valor del cochupo, porque ha visto lo poderosos que pueden llegar a ser sus promotores.

Que cada semana lo relacionen con mujeres más jóvenes que él, debe ser el centro de su exacerbado ego, que un día tuvo su punto cumbre por haber sido un día el número 2 de la nación.

Se debe decir a sí mismo que es nuevo “Padrino”, el hombre más valioso del Senado de la República, que sobre sus hombros se tejió la Reforma Judicial, que la traición de los Yunes al PAN es solo el inicio de lo que su pragmatismo puede lograr, que tiene seis años para ser factor de decisión.  

Su historia ahora se equipará a la de otros “hombres Estado” que han venido a sostener un proyecto de nación sobre sus hombros, haciendo todo lo que es necesario en favor de la “estabilidad de la patria”.

Debe querer seguir el ejemplo de Fernando Gutiérrez Barrios, un gánster profesionalizado cuyo oficio fue hacer el trabajo sucio del presidente en turno. Quiere tejer lo que tejió Manlio Fabio Beltrones desde la época zedillista, pasando por los dos sexenios panistas y encumbrándose en la gestión de Enrique Peña Nieto.

Lo debe empoderar pensar en que puede dictar líneas editoriales en los medios en los que ha conseguido convencer o amedrentar a sus dueños, puede emocionarlo que se escriba su nombre y se diga que ya fue aspirante a su una candidatura presidencial y decir que su sueño aún no ha muerto, que vivirá con él.

Le debe gustar mucho la idea de que cualquier empresario, político en ciernes, artista, deportista o cualquiera que quiera brillar en este país, lo voltee a ver, le pida un favor, le hable al oído, lo tome en cuenta. 

Pronto, quizás, se podrá leer en algún edificio rimbombante de la Ciudad de México y un par de entidades más, el surgimiento de alguna agrupación caritativa, quizás nombrada en honor a su fallecido padre Payambé o usará su amistad con el ex presidente López Obrador para decir que su grupo político es el de los fundamentalistas del obradorismo tabasqueño.

En recientes fechas, como lo hacen los “Padrinos” retratados en películas o series de acción y crimen, ha venido tejiendo sus redes con aliados de y dudosa reputación como los Yunes de Boca del Río, los Mier de Tecamachalco, y su camarilla de Tabasco, porque todo aquel que se precie de ser influyente debe tener una serie de compinches, segundones y aliados, que salgan en las fotos compartiendo su fragancia.

Podríamos decir que este personaje, se debe sentir halagado de que ya se diga de él puede llegar a ser el “Don Beltrone” de la Cuarta Transformación, aunque los que han usado ese mote saben que no es ningún halago para el tabasqueño, que dejó el edén por una aventura que solo una funesta coincidencia lo llevará a cumplir.

@Olmosarcos_