Hacia un modelo tripartidista

Hacia un modelo tripartidista
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos

La escisión que golpeó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1987, cambiaría para siempre el sistema político en el país.

Desde ese momento, cuando la Corriente Democrática del PRI tomó la decisión de extirparse del entonces “partidazo”, se definieron las corrientes de pensamiento vigentes hasta nuestros días.

Por un lado, se encontraba el priismo de De la Madrid-Salinas-Zedillo, que optó por el neoliberalismo, achicar al estado y transformar los beneficios sociales en programas para promover la inversión privada; del lado de Cárdenas y Muñoz Ledo, había un rechazo al neoliberalismo, defensa de políticas sociales para grupos vulnerables, además del control del Estado de sectores estratégicos por lo que se alinearon hacia la izquierda. Además, en un sector de la población quedó un vacío de un partido que tuviera la visión de centro izquierda tan socorrida en los años 80-90.

Para las elecciones del 2012, luego de 12 años de panismo, el Partido Revolucionario Institucional sufrió una reforma a sus estatutos que lo llevaría a volverse una fuerza de derecha. El PRI de Enrique Peña Nieto, quitaba el candado a la privatización del patrimonio de los mexicanos y con eso se sumaba al ala neoliberal del espectro político, dejando de ser un partido de centro, con algunos rasgos de izquierda, para alinearse completamente a la derecha.

Luego del desastre que se volvió la generación de los gobernadores del “Nuevo PRI”, llegada la elección del 2018 vino su debacle. El Revolucionario Institucional comenzaba a coquetear con un antiguo conocido, a veces adversario y a veces cómplice, cómo lo fue Acción Nacional, que ya no le resultaba tan ajeno desde la reforma estatutaria de 2012, por lo que fueron unidos para el 2021.

Por otra parte, el grupo heredero de la unión entre los exiliados del PRI del 87 y los grupos de izquierda que habían competido desde el 2000 hasta el 2012, había consolidado su fuerza con un nuevo partido (con muchos viejos conocidos) como lo es Morena.

En el mismo sentido, en 1999 nacía un partido de centroizquierda primero llamado Convergencia por la Democracia que para el 2011 se transformaba en lo que hoy conocemos como Movimiento Ciudadano. La meta planteada en aquel entonces era competir y alcanzar la presidencia de la República en un periodo de tres sexenios que se cumplirían este año.

Así llegamos a la elección del 2024 con tres formulas partidistas que, a pesar de englobar a otros partidos y representaciones, se basan en las 3 ideas primarias de los partidos en México: un partido de derecha, uno de izquierda y uno más para los que se orientan al centro con rasgos de izquierda.

Morena, un movimiento hecho partido con clara vocación social y cuyo eje económico ha sido el repudio al neoliberalismo y el engrosamiento del estado, cobija a conveniencia fuerzas del Partido Verde o del Trabajo como esbirros que cubren las alianzas más ominosas e inverosímiles.

Está también, la alianza opositora, que es claramente liderada por el PAN, el partido con menos negativos en el espectro de la derecha. Ahí se alinean representantes del vapuleado PRI y lo que queda del PRD que se sometió a los designios del peñismo tricolor.

Y, por último, está Movimiento Ciudadano. Un partido en ebullición que si bien está orientado a la suma de los derechos humanos, la igualdad de género y democracia social, ha quedado a deber cuando ha sido gobierno.

Es por ello con este espectro bien definido, es urgente quitar del mapa a aquellos partidos que carentes de fuerza y de identidad, compiten como tumores en las alianzas y, avanzar hacia un claro tripartidismo que reúna las más claras formas de pensar, que no divida el voto y que nos de mayor claridad, representatividad y haga valer de mejor forma nuestra democracia.

 

@Olmosarcos_

Jesús Olmos