Máscaras escribe Jesús Olmos
Para esta mañana ya habrán pasado 11 días desde la jornada electoral del 2 de junio y las nuevas directrices impuestas por los ciudadanos parecen todavía no ser aceptadas por algunos.
El voto popular fue avasallador y clarificante, porque ahí radica la democracia, en que todos somos iguales sin importar condiciones demográficas, sociales y económicas, credo religioso o creencia política. Un voto vale igual en el lugar más escondido, incomunicado o recóndito, que en el extranjero o en la colonia de mayor plusvalía del país.
Ha sido más que una oleada, ha sido una avalancha, el mensaje que mexicanas y mexicanos salieron a mandar en las urnas hace 2 domingos. Se ha vencido a la idea del abismo y el apocalipsis, se ha vencido también a la xenofobia y al clasismo de algunos, se venció a la opción que optó por difundir el miedo y alentar la división.
Y no, no se ha impuesto ninguna versión renovada del autoritarismo, ninguna idea de que replicaremos a una nación de América Latina o el discurso de alguna potencia influyente en el ámbito político. Lo que ha ocurrido ha sido la coincidencia de las masas, en todos los estratos sociales y bajo muy diversas razones, pero todas ellas bajo una misma idea de país.
Si de balanzas y equilibrios hablábamos, lo que la sociedad le dijo al sistema de partidos fue que pueden encumbrarlos o destruirlos cuando les plazca, con la mano en la cintura y sin el uso de la violencia. Ahí radica, quizás, el más importante de los mensajes para los ganadores y perdedores del proceso electoral del domingo.
Se irán, como debieron irse hace varios años, partidos que perdieron su esencia y se vendieron al mejor postor como el de la Revolución Democrática y quedarán amenazados otros más como el Partido Revolucionario Institucional, cuya decadencia como oferta de oposición lo hace cada vez un aparato más y más inservible al sistema de partidos en México.
Mientras tanto, parece que muchos de los miembros de la clase política en decadencia y sus opinadores aliados siguen tratando de entender a un electorado que muy claramente les mostró su repudio de años en más de 36 millones de boletas.
Permanecen, por otra parte, las narrativa de los fraudes electorales locales y nacionales, de la supuesta compra millonaria de votos mediante los programas sociales, la de una autoridad electoral plegada a los intereses de un partido por aquellos que habían salido a defender esa misma, institución y, peor aún, abundan todavía los mensajes de odio y discriminación a los electores que salieron a abarrotar en filas, casilla por casilla las urnas de todo el país.
Cuando ya han iniciado los procesos de transición de 4 a 6 meses, cuando ya se tienen propuestas de cambios que se propusieron en campaña y que se llevarán a cabo por la mayoría legalmente electa, cuando ya hay números y cifras detalladas con sus respectivos antecedentes sobre el fracaso de algunos, es poco lógico que el estado de cosas se mueva tan poco en el Frente Opositor para permanecer igual.
Quizás finalizados los primeros 15 días de reflexión y/o de resaca por la borrachera electoral, comenzará a haber luz sobre lo que le depara al espectro político-ideológico del país en 2027 y ya llegada la primera aduana del sexenio, dilucidar una nueva constitución de poderes más equilibrada y acorde a una realidad menos llena de abismos y acantilados, en la que predominen los puestes que necesita nuestra sociedad para convivir en paz.
@Olmosarcos_
Jesús Olmos