Máscaras escribe Jesús Olmos
Subirse a una unidad del transporte público en Puebla capital, bien puede compararse a cualquier montaña rusa de algún parque de diversiones en alguna ciudad del mundo.
Brincos, enfrenones, vueltas abruptas, golpes y gritos, todo por el precio de una corrida por la ciudad en estas unidades que dejan mucho que desear.
Mientras tanto el usuario no se salva de la tarifa que subió hace no mucho tiempo y que golpea el bolsillo.
Y no se vislumbra cambio en este sentido, a menos que haya una verdadera reforma al transporte.