Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
Este martes fueron encontradas bolsas de plástico de color negro en la zona de San Pablo del Monte. En su interior descansaban los restos de una persona de sexo masculino que la Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala aún no logra identificar debido a las condiciones del hallazgo.
Entre los lugareños y periodistas que cubren la nota roja del vecino estado se preguntan si esas nuevas evidencias apuntan a un habitante mas del estado de Puebla, de donde han sido encontrados otros 12 cadáveres, todos ellos con signos de violencia extrema. Con el caso de hoy, podrían se 13 cadáveres.
La Fiscalía tlaxcalteca ha desestimado la posibilidad de que se trate de crímenes derivados de las actividades de grupos de delincuencia. Se trata de ejecuciones en su mayoría, encontradas u ocurridas en la misma zona: el corredor San Pablo del Monte-Tenancingo, en la zona sur.
Salvo los casos de la colonia Mariano Matamoros en el municipio de Tlaxco, en donde dos poblanos originarios de Tetela de Ocampo fueron privados de la vida con arma de fuego y otro por traumatismo craneoencefálico, el resto ha sucedido en un corredor marcado por la violencia.
Es por mucho uno de los epicentros en donde mas delito de trata ha sucedido históricamente. Microcosmos en el que casi todos los hombres, desde temprana edad, aspiran a tener a su servicio la mayor cantidad de mujeres para ser llevadas como carne de cañón a quien paga por sexo.
Las utilidades que resultan de esa actividad criminal son tan altas como para modificar el paradigma del desarrollo en un poblado con mas de 85 por ciento de población indígena, pero sin pobreza. Son resultados del Instituto Nacional de Estadística que refrenda la existencia de una práctica normalizada por las autoridades y protagonizada por familias enteras con nombre y apellido a quienes no se les molesta ni con una multa de tránsito.
En julio pasado Tenancingo fue escenario de un enfrentamiento armado entre los lenones del lugar y elementos de la Guardia Nacional que arrojó como saldo un muerto de los traficantes de mujeres. A los pocos días, en ese mismo sitio apareció el cuerpo sin vida de una persona con una cartulina en el que se leía una amenaza.
La versión de la Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala en el sentido de que detrás de los homicidios de poblanos no está la delincuencia organizada es insostenible. No solo por el número de víctimas, sino la forma en la que han caído: ejecuciones con arma de fuego de distinto calibre, a golpes con mazo en la cabeza, o a machetazos.
Alguien y por algo en el estado vecino se ha dedicado a cazar poblanos, o ese alguien y por algo, ha decidido que Tlaxcala es un buen tiradero de cadáveres. Lo cierto es que se trata de uno de los números mas altos de víctimas originarias de Puebla en un territorio con una vecindad compleja.
Ilustra el caso de Ricardo Meneses a quien a mediados de julio dieron por levantado en Esteban de Antuñano en Puebla por un incidente vial, cuando en realidad se trató de un ataque directo. Solo su torso fue encontrado en Altzayanca unos días después, los tatuajes en los retos de la víctima permitieron su identificación.
La existencia de una macabra bitácora de homicidios y ejecuciones permite prever que el mayor reto para la gobernadora de aquel estado, Lorena Cuéllar y el gobierno entrante en Puebla con Alejandro Armenta, tienen un desafío que mas vale resolver con inteligencia y coordinación o el partido en el poder seguirá quedándole a deber a quienes lo votaron.