Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
Sin los reflejos suficientes, envuelto en la burbuja que lo aísla y sin una estrategia adecuada en el cuarto de guerra, el ex presidente municipal Eduardo Rivera Pérez fue objeto de una larga y penosa jornada en su condición de candidato al Gobierno del estado por la coalición opositora que lo impulsa.
Por eso llama la atención la argumentación que hasta el martes 30 realizó su correligionario, el diputado federal del PAN, Humberto Aguilar Coronado acerca de las designaciones de mujeres, esposas, hermanas o hijas en candidaturas a cargos legislativos, como sucede con la consorte de Rivera Pérez, Liliana Ortiz que va por una diputación federal.
La tormenta política comenzó a mediados de la semana pasada y alcanzó su mayor intensidad el viernes 26, cuando el candidato cerró la semana más difícil para sus aspiraciones desde que abandonó el encargo para el que fue votado en la elección de 2021.
Cuando no terminaba la tormenta política que el propio ex edil desató por la crítica al clima de inseguridad en la capital que gobernó junto con el resto del territorio, se confirmó la versión de una diputación federal plurinominal para su esposa, Liliana Ortiz.
El fin de semana dominó la conversación política por una variable que atizó la crítica, incluso de entre los propios panistas: la deficiente explicación de la propia Liliana que denotó ausencia de trabajo previo para la contención y luego, el control de daños. No fue sino hasta Aguilar Coronado salió en defensa de la determinación de llevar a mujeres emparentadas en posiciones políticas.
Lo hizo en una entrevista para el programa #ElAlmuerzo en donde expuso que se le resta autoridad, capacidades profesiones e intelectuales y políticas a las mujeres por el hecho de ser “esposa de…”, “hija de…” o “hermana de…”. Se refirió a la historia propia de su hija Natalia Aguilar que va de suplente del experimentado legislador de quien subrayó capacidades académicas y profesionales y del tramo que deberá emprender en la arena política.
El contraste con la conducta del abanderado al gobierno de Puebla por PAN-PRI-PRD fue notable. La deficitaria semana en términos de opinión pública resulta sintomática de un ambiente que priva en el entorno de una causa que va más allá de la sola persona de Rivera Pérez.
Claramente se dejó de lado el trabajo de prospectiva o fue displicente en la evaluación del riesgo que significaba convertir a la esposa de un candidato panista en diputada federal sin andar un sólo tramo de calle para buscar el voto sin la construcción de una línea discursiva para explicar lo que el sentido común dictó a la argumentación de Aguilar Coronado.
Del asombro al enojo, el tema fue utilizado por la oposición política que no tuvo empacho en trazar una narrativa de contraste como sucede en todo sistema de competencia polítca entre partidos que buscan el poder público.
El contexto no deja de encerrar una contradicción pues Eduardo Rivera Pérez se había caracterizado por trazar estrategia y administrar tiempo y momento para los momentos estelares de su trayectoria política.
Lo hizo cuando fue candidato en 2021 y continuó con esa misma lógica a lo largo de la gestión gubernamental que decidió interrumpir para apostar por la candidatura al gobierno del estado.
Tan sintomático ha sido el resultado deficiente de la atropellada jornada semanal con la que cerró que hasta antes de la exposición del legislador Humberto Aguilar, no ha habido una sola voz de peso en el panismo en salir a defender la candidatura plurinominal de la esposa.
@FerMaldonadoMX