Los orígenes de un pudiente gestor imputado

Los orígenes de un pudiente gestor imputado
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado  

El nacimiento a la vida pública de quien ahora enfrenta un conjunto de procesos penales en el norte del estado de Quintana Roo, principalmente por un supuesto desfalco por mil millones de pesos, tuvo lugar en las condiciones humildes en Puebla. 

Se trata de Arturo Márquez Martínez, hijo de un ex presidente municipal en Zacatlán, Luis Márquez Lecona, señalado tras su gestión de desfalcos al erario de ese municipio serrano en el norte de Puebla.

El padre el imputado de diversos delitos, como se mencionó en la entrega de la columna del viernes “Las redes de un imputado: del Caribe al Valle de Puebla” https://parabolica.mx/2024/columnas/parabolica/item/12672-las-redes-de-un-imputado-del-caribe-al-valle-de-puebla fue aprehendido en Tijuana cuando intentaba huir a China, acompañado del constructor poblano Juan Carrera.

Antes de llegar a la cúspide de la que cayó, rodeado de relaciones políticas, dinero en cuantía y mujeres, el Márquez Martínez, que se encuentra en un penal en Cancún, anduvo en transporte público en la capital poblana.

Desde la diputación, el tío José Luis Márquez lo empleó y puso a su disposición un modesto cargo: de chofer, con lo que ya no hubo necesidad de utilizar el desvencijado transporte público poblano. 

Ahí comenzó a escalar. Aprovechó oportunidades que se le presentaron y desde San Lázaro se empeñó en proyectar   imagen de gestor eficaz en materia de recursos federales y obra pública para gobiernos locales que le funcionó.

Vino la candidatura a la presidencia municipal de Zacatlán que cayó en las manos del tío que le había corrido la cortesía a Márquez Lecona, padre del hoy imputado, y todo se quebró: el Márquez junior, loco de furia desató una campaña negra plenamente documentada a través de medios y redes en contra de quien le había extendido la mano. 

Llegó a crear un espacio que convirtió en trinchera política alimentada por un desquite familiar que se llamó “Por la libre”, y se fue al Caribe, en donde encontró su suerte.

Operó en Puerto Morelos y, al mismo tiempo, en Puebla. Allá construyó su relación con el esposo ejecutado de la presidenta municipal, Ignacio Sánchez Cordero; en Puebla gestionó contratos de obra, como el que permitió un programa de bacheo con la ex edil de Morena, Claudia Rivera, que resultó inconcluso.

No fueron pocos los trabajos en materia de obra publica que resultaron inconclusos, como estuvo a punto de suceder con el que permitió a su prestanombres, la ejecución de la edificación de la nueva sede del Congreso del Estado en la capital por un monto de 798 millones de pesos.

Juan Carrera, el representante legal de la empresa Constructora Marcar y Asociados SA de CV, responsable de la obra, sería testigo clave en las indagatorias por el presunto quebranto en aquel pequeño municipio del norte de Quintana Roo.

Del joven aquel que abordaba transporte público en sus incipientes años de aprendiz de todo y oficial de nada, ni sus rastros. 

Ahora está convertido en un probable responsable de delitos que, en caso de ser encontrado responsable, deberá purgar un largo tiempo bajo la sombra y soledad, en un espacio diminuto y mal oliente, con temperaturas promedio de 40 grados, en Cancún que ya no será el paraíso ni la tierra de oportunidades.

@FerMaldonadoMX