Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
El auto destape de Felipe Velázquez para competir por la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional debe ser visto como parte del juego que está dispuesto a hacer el ex candidato al gobierno del estado por ese partido y sus aliados, PRI y el extinto PRD, Eduardo Rivera para administrar la derrota.
Velázquez fue quien sustituyó a Michel Chaín, en junio de 2022 tras el escándalo que detonó en la gestión de Rivera Pérez por las acusaciones directas que el entonces recién nombrado secretario de Gestión y Desarrollo Urbano recibió de su ex pareja sentimental por violencia de género.
Como en el 2022, Felipe Velázquez vuelve a ser suplente en la coyuntura política, como sucedió hace dos años. Es la carta que el jefe del grupo político decidió jugar cuando se le agotaron las opciones en el juego de la sucesión de Augusta Díaz de Rivera, la presidenta de ese partido que también obedece a sus intereses.
La màs notoria carta que quedó inhabilitada para la interna panista, la del edil suplente, Adán Domínguez a quien cada día se le encuentra mayor número de inconsistencias en el uso del presupuesto de la comuna capitalina que Rivera Pérez dejó en sus manos, a tal grado que el presidente municipal de Morena, Pepe Chedraui calculó en 680 millones de pesos.
No por nada el ex presidente municipal de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatehui Percino, decidió formalizar la petición a la dirigencia nacional panista en manos de Marko Cortés para atraer el proceso de relevo de la dirigencia de ese partido, ante la evidencia de llevar el juego a la imposición, disfrazada de votación cerrada en el Consejo Estatal, aparato en el que Rivera Pérez aún tiene el mayor número de asientos.
Guardadas las proporciones, Lalo Rivera resultó en un símil de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, el eternizado presidente del Partido Revolucionario Institucional que tomó por asalto el Consejo Nacional para decidir en forma unilateral las posiciones de mayor jerarquía en el aparato partidista en esta etapa agónica del priato.
No debe sorprender el empeño de Eduardo Rivera por quedarse con la dirigencia estatal cuando él mismo forma parte de la planilla de Jorge Romera para pelear la dirigencia nacional del albiazul. El hombre que decidió salir de la presidencia municipal de la capital para competir por la gubernatura en el primer domingo de junio pretende el control del aparato estatal con doble propósito.
En la mira está mantener en sus manos ese partido político que deberá comenzar a trabajar en la designación -por la vía del voto abierto a la militancia o a través del Consejo- las candidaturas a las diputaciones locales y la mayoría de las presidencias municipales en 2027 a donde pretende enviar a sus incondicionales.
En un segundo plano está el de manejar las prerrogativas de las que dispone a través del Instituto Electoral del Estado que dispondrá para el ejercicio 2025 de mas de 354 millones de pesos destinados a los partidos políticos con registro en un año en el que no se tiene prevista elección ordinaria alguna.
Sólo el desprecio de la dirigencia nacional del PAN por su militancia en Puebla podría hacer realidad la imposición de Felipe Velázquez para ocupar el asiento de Augusta Díaz de Rivera.
Y es que bien podría llamarse Todos Unidos Contra Lalo (Tucol) con Mundo Tlatehui, el ex presidente municipal de San Andrés; Mario Riestra, ex candidato a la presidencia municipal de la capital; Genoveva Huerta, diputada federal; Mónica Rodríguez Della Vecchia, ex diputada local; y hasta Rafa Micalco, ex dirigente estatal y actual diputado local.
@FerMaldonadoMX